GUSTAVO ARANEDA
lunes, noviembre 05, 2007
CEFERINA Y DAGOBERTO
Este cuento esta inspirado en la canción Bandido de Patricio Manns y es mi regalo de cumpleaños.
El espíritu de Dagoberto Rebolledo vaga por entre trigales y bosques nativos de los campos que unen Angol con Traiguén, la historia dice que en las noches de cuarto creciente se ve la silueta del Dago sobre su caballo corralero negro azabache y su inconfundible manta de castilla, que hasta en pleno verano no se la sacaba, la razón era que así nunca se veía donde tenía las manos, ya que al cinto llevaba un corvo militar de
Cuentan que su padre, fue viejo soldado que había servido en la campaña de pacificación de
Dagoberto vivía en una choza construida en el fondo de una quebrada de difícil acceso, y que por su ubicación estratégica, era casi imposible verla.
Se ganaba la vida descuerando animales, especialmente vacunos, de él se hizo toda una leyenda, y en más de alguna oportunidad se le sindicó como el jefe de una gran Banda de Cuatreros.
Un día, de regreso de una de sus tantas correrías, a la entrada del pueblo de Los Sauces vio a lo lejos la silueta de una mujer joven que llevaba al hombro un atado de leña. Se detuvo y la miró, hasta que se perdió por entre los caseríos. Pasó varios días rondando por las cercanías esperando verla, hasta que…
- Buenas tardes señorita…
- Buenas tardes, respondió ella algo nerviosa y mirando hacia todos lados
- No se preocupe, ando solo y estoy un poco perdido
- ¿Qué se le ofrece?…
- ¿Por dónde debo agarrar p’a llegar a Purén?…
- Cruce el pueblo y siga p’a la travesía(2)
Ese verano, Dagoberto se dejaba caer más o menos seguido por los bajos de Los Sauces a esperar a su amiga…
- Naa
- ¿Cómo que naa?, si anda con una car'e perro… dígame, ¿Qué le pasa?. Dagoberto la tomó por los hombros y la acercó a su pecho. Ella comenzó a sollozar bajito. ¡Cómo que naa! si está llorando…
- Mi taita me echó de la casa, porque me esta creciendo la panza…
- ¡Pero!…
- Lo que ahí tiene es mío, y lo mío es mío… y como no se lo puedo sacar, me la llevo a Ud. también
- ¿Y después?
- Lo va tener que criar…
Por primera vez, Dagoberto descuidó su rutina de seguridad y enfiló directamente hacia su puebla(3) sin preocuparse de ver si lo iban siguiendo ni de las huellas que iba dejando… su mente había viajado a otros mundos, donde los sueños son los amos.
Cuando empezó a subir los cerros que circundaba su rancho volvió a la realidad y dando un golpe de riendas a su caballo, giró en noventa grados y guió sus pasos hacia el puelche (4), empezó a evolucionar en zig zag y a hacer grandes rodeos… Ceferina sólo respiraba, abrazada a la cintura de Dagoberto y con la cabeza reclinada en la espalda de él.
Ya el sol se había escondido tras la cordillera de Nabuelbuta, los perfiles de los cerros y los frondosos árboles adquirían formas fantasmagóricas, que podían estimular la imaginación de cualquier cristiano. Cruzaron varios arroyuelos hasta que, de pronto, se encontraron de frente con la puebla(4) de Dagoberto. Bajó del caballo de un salto, pasando su pierna por sobre el cuello del animal, tomó por la cintura a
- A contar de ahora esta será su casa y la casa de mi hijo… mientras le acariciaba suavemente la guatita.
Ceferina se sentó en una banca, bajo un alero a la entrada de la casa, Dagoberto desensilló la bestia y la soltó, montura en mano se dirigió a ella,
Desde ahora, ud manda aqui...
Los últimos rayos de sol, pintaban de hermosos tonos rojizos unas cuantas pequeñas nubes, y el ambiente se inundaba con un sinfónico concierto de trinos de pájaros.
........
........
- Tiene que sembrarlo p’a Santa Rosa, p’a que la cosecha sea güena, respondió mientras limpiaba su fusil
- Espero que no se me caiga la guagua antes…
- Se me había olvidao…
- ¿Y la voy a tener aquí?
- Aquí pus
- ¿Y Ud. me vas a ayudar?
- No, le voy a avisar a
…..
Como nunca el invierno fue tan lluvioso y frío… las provisiones mermaban… el fogón encendido, una olleta de fierro llena de agua, hervía… Dagoberto aguzaba una rama con su corvo y en la pieza del lado, se sentía los gemidos de la mujer parturienta,
- Nació sanito el güeñe… ¿lo queri conocer?
- ¿Hombrecito?
- Si pu
- ¡Mi hijo!… musitó
En medio de esos cerros solitarios, un llanto de niño anunciaba vida, en el corazón de Dagoberto había florecido una rosa, pero al mismo tiempo una espina le clavó, ahora había que alimentar otra boca, y su trabajo cada día se hacia mas difícil.
En los pueblos cercanos, se habían organizado los patrones de fundo para dar caza al bandido que robaba ganado, se habían puesto puntos de vigilancia y cada vez se hacia más difícil de cruzar los campos sin ser visto.
Ceferina intuía lo que hacia su marido, sabía que cada vez que salía, quizás no regresaría mas…A medida que pasaba el tiempo y el niño crecía, las salidas duraban más y el tiempo en casa era menos, ella nunca dijo nada al respecto.
.......
........
- ¿De dónde viene viajando el amigo?…
- Del norte…
- ¿Y cómo están las cosas por allá?
- Espero que mas mala que por estos lados
- Aquí las cosas cada día están más malas… pero no por eso no nos vamos a tomar otro traguito…
- ¿Y qué nos hará?…
Ambos hombres beben lentos sendos vasos mientras alrededor otros parroquianos, cada uno en lo suyo, beben sin poner atención en el forastero que bebe con el dueño de la cantina…
- Yo llevo años viviendo aquí, este negocito me lo dejó mi Taita… no da mucho, pero no me quejo… y Ud ¿en qué trabaja?…
- En lo que toque… lo que haya, donde llego…
- ¿Y no piensa echar raíces?…
- Las raíces la echan los jutres o los que trabajan para ellos
- Entonces ¿Ud va de paso?
- Si, me hablaron de que hay trabajo p’a Lonquimay… así que me queda harto que andar todavía… espero encontrar algún amigo en el camino, p’a que se haga mas corto el camino…
- ¿Yo lo conozco a Ud?… ¿Por qué me parece cara conocida?… mientras sacaba una botella de debajo del mesón… Esta va por mi cuenta…
- Gracias amistaíta…
El hombre sirve los vasos, le llaman de una de las mesas, y se va a atender a otros parroquianos.
Al acercarse a una de las mesas, uno de los contertulios le comenta algo al dueño de la cantina, los otros participan en el cuchicheo, miran de reojos a Dagoberto… De otra mesa se para un mocetón y se acerca al grupo, y cada vez aumenta el barullo…
Dagoberto bebe lentamente como no dándose cuenta pero su instinto lo había puesto en alerta, dejó el vaso en el mesón y se encaminó lentamente hacia una puerta interior de la cantina, por donde ya había salido varias veces a orinar… con rápidos movimientos saltó cercas y corrió por la orilla del estero que estaba a los pies de la propiedad, perdiéndose por entre las zarzamoras. Entre tanto, se escuchaban gritos de dentro de la cantina. Dagoberto no se detuvo a averiguar y siguió corriendo, en busca de su caballo que había dejado escondido en unos bajos a la entrada del pueblo.
Sintiéndose seguro, empezó a caminar, mientras examinaba sus armas que estuvieran en su lugar, cuando de repente de entre los arbustos se le apareció una persona...
- Calma Dago… soy yo, el Juancho
- ¿Cuál Juancho? A pesar que la voz le era familiar
- Tu compadre…
- Pero si tu estai preso
- Salí hace dos semanas
- Baja la voz que te pueden escuchar
- Aquí estamos seguro… tu caballo esta allí, junto al mí a mi yegua…
- ¿Cuánto estuviste adentro?
- Casi cinco años…
- ¿Tanto?….¿Cómo pasa el tiempo?
- Si pus, …
- Y ¿Cómo me pillaste?
- Hace dos días que te estoy siguiendo, ¡te hay puesto harto descuidado!
- Uno se va haciendo viejo…
- ¡Pero vos tai igualito!
- ¿Queris pitiar?…
- Ya pus (recibe un cigarrillo) lo único que me falta, p’a ponerme a tono, es echarme unos guenos tragos y una guena acostaa…
- Lo de los tragos lo podemos hacer en
- ¡No la embarre compadre!..., en ese caso,... me echo a la yegua… ambos ríen
Dagoberto le da un fuerte abrazo a su compadre y que lo sorprende con los brazos abajo, luego van en busca de los caballos y rumbean hacia los campos en busca de la casa de doña Eduviges. Ya habían andado más de una hora a paso cansino, conversando de mil y una cosa…
- ¿Y cómo andas los negocios compadre?
- Mal, cada día hay más ojos que cuidan los animales, uno nunca sabe donde se puede encontrar con un vigilante…
- Y ¿Qué me dice de Ud., todavía tiene el rancho allá en la quebrada?
- Si pus, y ahora con mujer y con crío...
- Pucha, ¡esa si que es noticia!… ¿Y dónde se la encontró?
- En Los Sauces… es una güena mujer
- ¿Y la quiere mucho?….
- Por ella y el crío, hace tiempo que le he estado vuelta a la idea de hacer otra cosa, ésto cada día se pone más peluo.
- Si Ud. me perdona compadre, el cuerpo me esta pidiendo… ¿ud entiende?… me voy a echar una vueltita p’a allá abajo y vuelvo al tiro…
- Hágalo p’allacito, p’a que el viento no traiga el olor…
- No joda compadre….
- Es que a Ud. lo conozco puh… Juancho rumbea hacia un bajo, donde los matorrales se hacen mas espeso…
Dagoberto respira profundo, su mente viaja hacia su rancho donde esta su mujer y su hijo… (Para si) “Debería haberle dicho a mi compadre que amo a la Ceferina”… su vista se fijó en las últimas luces del atardecer y en las estrellas comenzaban a brillar, cuando de repente se siente un disparo de fusil… Dagoberto cae del caballo… a los pocos minutos lo rodean seis jinetes…
- ¿Este es?…
- Si, este es…
- ¿Y el otro que venía con él?…
- Debió ser un acompañante, porque este siempre andaba solo…
…..
.......
- Dagoberto, ¿es Ud?…
- No misia, soy el Juancho, el compadre del Dago….
- El Dago anda trabajando, no se cuando volverá…
“y donde escuche que hay una mujer que a solas me nombra.
(1) : Huinca: hombre blanco
(2) : Travesía: Oeste
(3) : Puebla : Rancho pobre de inquilino
(4) : Puelche: Este
BANDIDO
Patricio Manns
La noche me abre su manto
su manto de estrellas blancas
compadre voy a la sierra
llevando mi muerte en anca.
Es negro el viento y la tierra
negro el pan y negro el vino
si voy subiendo a la sierra
más negro se hará el camino.
Un corvo de acero blanco
me cuelga el flanco
el rifle alerta cansao el tranco
llevando penas y donde vaya
con la cadena de este destino
sobre mi manto se irá el dolor.
Compadre la noche enreda
mi poncho negro en sus brechas
pero en todos los atajos
un rifle escondido acecha.
Al pueblo vaya de albita
cuando aún no mueran las sombras
y donde escuche que hay una mujer
que a solas me nombra.
Le dice que no me busque
que se acostumbre
que ya no existo que allá en la sierra
cuando en la noche de espalda en tierra
me acuerde de ella con toda el alma...
con toda el alma la lloraré.
Etiquetas: Bandido, Cuento chileno, Patrico Manns
3 Comentarios:
Y muchas felicidades por tu cumpleaños.
Un saludo
Saludos de Isadora también, en la tarde te llamamos...
besos.
Sureña; besos para tí también...
Me conmovió este cuento, me es familiar la historia en su sentido más profundo. Me entristece al mismo tiempo, porque no logro ver a ningún Dagoberto por ahí.
Muy lindo.
Una declaración de principios.