Aprendiz de escritor...arquitecto de mi existencia.

rio laja chile

GUSTAVO ARANEDA

jueves, noviembre 15, 2007

CEFERINA Y DAGOBERTO (3a. parte)

¿Que puedo hacer por Ud sargento Rebolledo?
No se exactamente doctor, no lo tome a mal, me gustaria que tuviera la mejor atención…
De eso no se preocupe…
El problema, doctor, es que el para estos efectos él es indigente…
Como la mayoría de las personas de estos lugares, ¡a propósito!, el Director del Hospital nos pidió que le dijéramos que quiere conversar con Ud.
Gracias, pasaré por su oficina, y por favor, cualquier novedad me puede avisar al Regimiento.
No se preocupe, lo haremos.
Gracias doctor…

Ayentemo pasó por la oficina del Director, pero éste no estaba, salió muy triste del hospital, sabía que los pronósticos eran pesimistas, caminó lentamente hacia el cuartel, siendo interrumpido, de tanto en tanto, por las personas que le conocían y que le saludaban cariñosamente a su paso y le daban ánimo.

Se había granjeado el cariño de muchas personas por su espíritu jovial y por sus servicios a la comunidad, la zona ya estaba en calma, y de los viejos tiempos quedaban historias, que se contaban, por lo general, en los velorios.

……..
……..

Creo que hay cosas que faltan por contarme Juancho
No creo hueñe(1)
Si… hay algo que no me calza sabe…
Ya, suelte el doblao(2) de una vez…
Entre otras cosas, ¿Cómo lo hizo para sacarme too los “papeles” p’al regimiento?, ¿p’a sacar el carne de identidad? y too eso…
Mee, Dios pregunta menos y perdona más…
Pero yo no soy Dios, poh, Juancho
Y yo no tengo paciencia ni memoria…
Ni que estuviera tan viejo para no acordarse…
Mire hijo, aprenda que, a veces, es mejor no acordarse, se vive más feliz… ¿ha tenio algún problema acaso?
No, sólo curiosidad…
En ese caso, siga usandola p’a onde lo ha estao haciendo
¿Y p’a onde cree que lo he estado haciendo?
P’al lao de la Carmelita, por ejemplo…
Si, es verdad, la he estado mirando, taita
Y ella a Ud también…

Ayentemo por primera vez se ruborizó y dejó en evidencia que su corazón ya había sido tocado, y eso lo sacó de su objetivo, conversaron todo ese fin de semana ya que el joven se iba en campaña por varias semanas.

…….
…….

Si no juera porque te vai a casar, nunca me habría puesto esta cuestión; refunfuñaba Juancho, mientras se trataba de soltar un poco el nudo de la corbata.
Pero es que ud sabe bien que es mi único pariente…vivo que tengo.
Por eso estoy haciendo este sacrificio…y si la única parentela soi yo, es porque ud. lo ha querio…
Siempre he tenido aquí, en mi pecho, como una espina cruzaa…nunca he sentio ni curiosidad p’a ese lao,…hay algo que no me hace mirar p’a ese láo, ¿me entiende? y no me interesa saberlo, pero, hablemos de otra cosa, ¡hoy me caso Juancho!, y –mientras le arregla el cuello del vestón ---además se va a entretener mucho, va a conversar con muchas personas
Y ¿con quién? si no conozco a nadie, y además sabis muy bien que no me gusta hablar…

Fue una fiesta hermosa, del Regimiento, invitó a su contingente Marambio, al Sargento Ramírez, que desde que llegó al Cuartel fue como su padrino y tarde ya apareció el Capitán Muñoz.

Ayentemo estaba feliz, cumplía con un sueño muy intimo, el poder formar una familia, después de la ceremonia, entre atender a los invitados, conocer a los familiares de la novia y ayudar en los preparativos de la comida, se había olvidado de sus invitados, fue en busca de su querido Juancho a quien vio conversando muy entretenido con el Capitán Muñoz y el sargento Rodríguez, bajo de un frondoso parrón, mientras que Marambio no habia dejado sola a una prima de la novia, desde la Iglesia;

¿Y a Uds. lo han atendido?¿Quién los presentó, mi sargento?
Si lo hubiésemos esperado a Ud soldado, todavía estaríamos seco…
Cierto;
dijo Juancho mostrando un vaso a medio llenar
¿Y porque no están bailando?
Aquí esta más tranquilo y el vinito esta muy bueno;
dijo el Capitán.
Quiere que les traiga algo más… ¡ah!, y no se me alejen mucho mire que lueguito van a servir la comida…
Déjenos por aquí no mas, soldado, estamos re bien;
retrucó el Sargento.

La fiesta duró hasta el día siguiente, y aunque el vino sobró nadie hizo problemas.

……
…….

La vida de cuartel siguió su rutina, Ayentemo se radicó en Angol y al año aumentó la familia, no dejaba pasar más de un mes y solo o junto a su mujer e hijo visitaba a Juancho.

Viajó en varias oportunidades a Traiguén donde el Juez, en busca de mas antecedentes para su historia, lo que permitió que naciera una especial amistad entre ambos, y en una de las visitas, fue el Juez que le propuso, ir a conocer la tumba del Bandido y…”de pasada le llevamos un ramito de flores, ya que a esa tumba, salvo cuando “le hicieron la broma al rondín”, nadie lo hace”.

Sabe don Celedonio, siento que estoy haciendo algo bueno con esto; mientras acomodaba las flores en la tumba.
A mi me ocurre lo mismo… Vaya a saber porque pasan las cosas…Sólo Dios sabe…
Cierto juez, sólo Dios sabe…
¿Y que ha sabido del capitán Muñoz?
Se fue para Concepción, está en el Regimiento Guías…
Buen hombre…
Si, gracias a él me contrataron…
Si, algo supe por ahí…
Ojalá que algún día lo vuelva a ver…
Sólo Dios sabe…
Cierto, don Celedonio, sólo Dios sabe…

Y así, cada vez que Ayentemo visitaba al Juez, era como un rito, pasear por el pueblo e ir al cementerio a dejar flores a esa tumba, tan especial para los dos…

………..
……….

Los tres jinetes iban orillando el río Vergara en busca de personas aisladas, el invierno se había ensañado con la zona, el nivel del caudal había subido bastante y los caminos estaban, la mayoría, intransitables, la lluvia no cesaba y la jornada había sido intensa.

En un recodo, el caballo del sargento pisó en falso y rodó hacia el río, el sargento no alcanzó a sujetarse y cayó al caudal, su capota no le dejaba maniobrar, Ayentemo se despojó de su capa y fusil, saltando del caballo se lanzó a las aguas, al rescate del sargento, mientras que Marambio azotó su bestia y galopó aguas abajo.

La situación fue muy complicada, sin embargo, los dos jóvenes lograron sacar al sargento del agua, comprobando, con asombro, que en la caída el sargento Ramírez, se había fracturó una pierna.

Gracias soldado, nunca lo olvidaré.
No lo iba dejar que la corriente se lo llevara, así como así, mi sargento…
Tu soi too un hijo de bandido
¿Por qué me lo dice, mi sargento?
Es un decir soldado, por lo “arrajonao”(3) que fue…podríamos habernos ahogado los dos, no pensaste en tu mujer y tu hijo…
Pero no fue asi..

No pudo seguir hablando el Sargento Ramírez ya que por el intenso dolor se desmayó. Ayentemo buscó algunas hierbas y unas ramas con las cuales le hizo una cataplasma y le entablilló la pierna, mientras Marambio improvisó un refugio con palos y hojas de pangue y pasaron ahí la noche.

El regreso al Cuartel fue lento y doloroso, pero más doloroso fue comprobar que el sargento quedó con secuelas y que por esa razón no siguió en servicio activo. Para Ayentemo fue un duro golpe porque fue en ese momento que sintió que al él se le iba parte de si con el retiro del sargento.

……..
…….

Al llegar al cuartel, el Ordenanza le informó al Sargento Rebolledo que debía volver al hospital, porque su pariente había entrado a “enterar”(4) y que el Comandante ya había autorizado el permiso correspondiente para que se tomara el tiempo que fuese necesario para estar con él.

Alcanzó a llegar y estar los últimos instantes con Juancho, quien en todo momento mantuvo su lucidez, le pidió que todo lo que tenía en su casa se lo llevara y que debajo de su cama, enterado había una caja para él.

El funeral de Juancho se hizo en Los Sauces, había pasado tantos años en ese lugar por lo que casi todo el pueblo asistió al entierro, y como es la costumbre, los deudos, en este caso, Ayentemo su mujer y sus tres hijos, en la puerta del cementerio recibieron los saludos y ellos daban los agradecimientos a los asistentes, cuando ya se retiraban los últimos acompañantes vio venir al Juez, al sargento Ramírez y al capitán Muñoz…

¿Y Uds. que hacen aquí? ¿Quién les avisó?...
Es fantasma del Bandido;
dijo el Juez, a modo de broma, quien era franqueado por el sargento y el capitán, ya que por los años caminaba con dificultad….saludaron a la Carmencita y los niños.
Yo estaba de paso por Traiguén y el sargento Ramírez me avisó; dijo el Capitán Muñoz.

Ayentemo los miraba a cada uno muy confundido.

Yo, justamente, andaba haciéndome un control en el hospital, por la cuestión de la pierna y ahí me enteré de la muerte de Juancho…y Ud sabe, poh, Rebolledo, pueblo chico…
A propósito, ¿por qué no van todos la próxima vez que vaya a Traiguén?;
terció el juez, haciéndole un cariño al niño menor.

Ayentemo miró a su mujer…

¿No será mucho problema para ud?; dijo ella, mientras tomaba del brazo a su esposo.
Será un placer, le voy a decir a mi mujer, y si se pide unos días de permiso, aprovechamos para que conozca el fundo.
No faltaremos Don Celedonio…

Los tres hombres se despidieron del joven con un fuerte abrazo, de la señora y los niños de una manera cariñosa y familiar y se dirigieron a un viejo automóvil, que enfiló hacia Traiguén, dejando una estela de polvo, mientras que Ayentemo se dirigió lentamente hacia la casa de Juancho a buscar la caja misteriosa.

Esa noche, en la casa de Juancho, acomodó a su mujer y los niños los que casi de inmediato se quedaron dormido, esa casa donde Ayentemo vivió su niñez y parte de su adolescencia. Ordenó cosas, ropas, cachureos, herramientas, en fin, revisó la pequeña casa de punta a cabo, y ya de madrugada, corrió el camastro de Juancho y busco la caja; Su Herencia.

No tuvo que cavar mucho, y al sacarla comprobó que estaba cerrada con un candado, y en la tapa tallado; “la llave la tiene el juez”.

(1) Hueñe : niño – termino cariñoso para identificar a un joven
(2) Doblao : El tema verdadero de la interrogante, la verdad…
(3) Arrajonao : Valeroso, osado, sin miedo, intrépido
(4) Enterar : estado de agonía, instantes previos a la muerte.

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