Aprendiz de escritor...arquitecto de mi existencia.

rio laja chile

GUSTAVO ARANEDA

miércoles, marzo 14, 2007

18.- PARA TODA LA VIDA, PERO NO TODO LOS DIAS...

Era un día de marzo, hace mucho, mucho tiempo, tenía apenas seis años de edad, una imagen evocada de tanto en tanto, y hace algunos días se me vino nuevamente a la memoria, y como los seres humanos somos una máquina perfectamente imperfecta, sobre todo cuando hacemos un cóctel de situaciones proveniente del pasado, del presente y del futuro idealizado, eso me lleva a las viejas clases de historia de la Grecia Antigua donde fue sorprendente ver por primera vez la imagen de Juno con los rostros de perfil unidos por el rostro de frente.

Lo último que me dijo Roberta, antes de entrar a la zona de pasajeros fue que por razones de trabajo, se tendría que trasladar a la Undécima región, y que según como se desarrollaran los eventos, posiblemente el tiempo de permanencia sería prolongado.

Cuando conocí a Roberta, lo primero que grabé en mi mente y en mi corazón, que con ella el tiempo solo era el presente, ya que en las cosas de los afectos me había aburrido de sufrir dolores de las despedida y la amargura de tirar por la borda sueños, era el precio que tenía que pagar si asumía que había aprendido algo de la vida.

Después del encuentro con Jorge, y mi sorprendente descubrimiento que los paisajes urbanos de Santiago ya no eran los mismos, también en mi se había producido una metamorfosis nueva – el aceptar que Roberta desaparecía, así como había aparecido, pero esta vez no había dolor, sino un agradecimiento a la vida por haberme brindado una oportunidad de volver a sentirme joven en todo.

No hubo un adiós, ni promesas, ni un hasta siempre, ni un hasta luego, simplemente un chau… tan simple como el Hola que nos dijimos cuando nos conocimos.

Por eso que se me vino a la memoria mi primer día de clases, pues cuando crucé el portón de entrada del Kinder, llevé conmigo el apretón cariñoso en mi mano que mi padre me dio y esa sensación me duró hasta que me di cuenta que entraba a otro mundo que no conocía y que me cautivó. La imagen de mi padre se esfumó como por arte de magia y eran otros los rostros y las voces que acaparaban toda mi atención, esa escena volvió a mi, pero esta vez era parte del otro lado, cuando acompañé a mi hija en su primer día de clases, y también cuando me escapé del trabajo para acompañar a mi nieta y a la hija de mi ex pareja.

Es difícil aceptar que debemos dar fin a una relación que nos provoca agrado cuando las circunstancias cambian, y a veces no tenemos el valor de renunciar a lo conocido por ir en busca de nuevos horizontes y nuevas experiencias siguiendo los impulsos del corazón, como tampoco aceptamos el término de algo porque deja de existir la razón que provocaba ese nexo, y nos mentimos, y nos refugiamos en una serie de excusas que justifican nuestra cobardía o nuestro egoísmo.

Por eso, cuando ella me dijo de sus próximos pasos, se produjo un conflicto de intereses entre mis mundos interiores de la afectividad natural y el de la racionalidad, pero desde un comienzo lo tenía claro y debía asumirlo, las cosas son hasta que dejan de ser.

Lo diferente y mágico de toda esta experiencia fue que pasado un par de días, toda las imágenes que tenía de ella se fueron a cero, se me borraron de mi mente y cuando quiero recordar su rostro debo recurrir a algunas pocas fotos que tengo de ella, sin embargo siento a plenitud su energía en los espacios que compartimos, siento sus aromas, y en la quietud de la noche, cuando el músculo duerme y la ambición descansa (versos de un clásico tango que escuché por primera vez en una vieja radioemisora de mi ciudad natal) la siento a mi lado.

Hemos hablado por teléfono y por el chat, las conversaciones han sido gratas, calidas, llenas de afecto, pero las siento como la conversación de dos grandes amigos, dos grandes amigos que hicieron un paréntesis en la rutina de sus vidas y en una actitud generosa le dió el uno al otro, razón para seguir pensando que la vida es bella, y que el paréntesis de amor y de pasión ha sido como la lluvia, cuando todo alrededor se esta secando.

No hubo mayores preguntas de lo antes de conocernos, de lo que hacíamos cuando no estábamos juntos, ni de que lo que iremos a hacer… solo se vivió intensamente cada minuto que nos encontramos y tras cada palabra que nos decimos en nuestras conversaciones, hay una gran cuota de respeto, cariño y lealtad mutua.

No cabe duda que la vida, a diario nos pone pruebas, que tras cada hecho hay intrínsecamente involucrado un símbolo al cual debemos prestarle atención y descifrarlo, la conocí así de fácil, se nos hizo muy simple el comunicarnos y establecer una relación, era como si nos hubiésemos conocido de toda la vida, no era necesario las explicaciones ni las justificaciones, todo fluyó como un algo lógico y natural, y así como apareció, se fue, como un fantasma que representa lo que el otro necesitaba o la imagen de lo que me gustaría ser.

No se si lo pendiente de otras encarnaciones se concluyó, no me angustia su alejamiento, simplemente fue, y muy hermoso, si se repite, lo viviré a plenitud y si nunca vuelve a ocurrir, no me afectará porque con lo que fue, fue maravilloso.

Tengo la plena confianza que ella nunca olvidará que existe un aprendiz de escritor que se alegrará cuando ella cruce nuevamente el portal de su hogar y que ella vivirá siempre con la convicción que se cumplirá esa antigua máxima “pedid y os darán”

4 Comentarios:

Oiga

Por qué no ayuda este viejito y me ayuda con algunas palabras que busco... péguese una vuelta por mi block.

Después paso por acá con más calma.

El viejito cibernético

PS: Por nuestra labor silenciosa...
Como ordene su merced.

Pero después se raja con un marula con cecina donde la tía Violeta.

Gustavo
Sí, señor. Filmé ese corto, hace millones de años. Creo que aún estaba en la escuela. No recuerdo como se llamaba, pero lo dirigían Raúl Flores y Antonino Ballestrazzi ponte tú?
Saludos!
Oiga cabro chico

Que es macanudo usted, mnuy creativo, aunque un poco colérico el relato... en todo caso muchas gracias, por las palabrotas en mi block.

El viejito que usó la misma insignia, cuando de uniforme usábamos guardapeos y mamelucos. Que me los mandaban a hacer a Torreglos y Langlois, en calle Comercio de Concepción.

El veteclo

PS: El verdor del parque aún sin sol...

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