GUSTAVO ARANEDA

En algún momento conversamos de las relaciones entre hombre y mujer y como lo tradicional o convencional es que de alguna u otra manera siempre se termina reclamando el uno al otro propiedad, situación que esta intrínsecamente incorporado en cada uno de nosotros como una consecuencia lógica de nuestra formación latina.

Y si a eso le agregamos ese peligroso juego en la pareja del uso de las indiferencias, las provocaciones al ego, y otras motivaciones con tal de lograr ciertas reacciones o conductas que aumentan nuestras ganancias que dicho de otra manera es la satisfacción de necesidades o caprichos muy particulares.

Nos reímos mucho cuando tratamos de hacer una lista de los diferentes trucos utilizados, tanto por hombres, como por mujeres, para mantener “atado” a su pareja.

Luego de algunas experiencias amorosas serias y profundas y a mi edad he llegado a la conclusión que lo que las personas necesitan es una amiga o amigo, según corresponda, de confianza mutua, de discreción a toda prueba y con la valentía suficiente para mantener una relación libre, en el accionar de cada uno de ellos, y cuando aparezca alguna necesidad, tener la certeza que al manifestársela al otro, éste responderá sin mayores preguntas.

Estaba en esas cavilaciones cuando sonó mi celular, era ella, me dijo que estaba en Santiago de paso ya que se iba a radicar en la ciudad que le asignaron por su trabajo, me comentó que era un gran desafío desde el punto laboral y también desde el punto de vista personal, me confesó que a pesar de dar una apariencia de una gran independencia era, en el fondo, una persona de hábitos bastante rutinarios y que las nuevas experiencias y los lugares nuevos le producían algún tipo de pánico.

A decir verdad, sentí que , como una actriz, estaba repitiendo un texto de una obra que no le motivaba, pero no rebatí, escuché atentamente y cuando terminó le dije que, para mi, lo nuestro era una relación en donde privilegiaba la amistad que se había establecido y que los lazos de dependencia afectiva ya no los cultivaba, y no porque no quisiera tener compromisos, sino porque la experiencia me había enseñado, que cuando las parejas no se consolidan en la etapa del “joven adulto”, el el período de más viejos, es difícil consolidar. Porque nuestra relación no nació por una provocación sexual, (relaciones que siempre terminan irremediablemente de manera trágica coronadas con una gran desilusión), cuando los años pasan, pensar en lazos permanentes es, de alguna manera, ponerle cadenas al otro.

Creo que a ella se asustó, o quizás no fui lo suficientemente claro para exponer mis ideas, o quizás haya pensado que mis intenciones eran de formar una pajera convencional, o que a mi edad, ya un poco mayor, podría “perder la cabeza”, porque a decir verdad, ella para mis gustos, intereses y motivaciones me llena plenamente, pero también estoy muy claro que no puedo ser una persona tan egoísta ni mísera en pensar solo en mi, más cuando se perfectamente que ella puede encontrar a alguien, mas cercana a su edad y que puedan desarrollar un proyecto de vida mas viable que conmigo.

Cada persona tiene debilidades y fortalezas y, en la medida que uno las va conociendo, se aprende que a las personas hay que aceptarlas tal cual son y no como lo que nosotros quisiéramos, entonces,los vínculos sociales y afectivos se simplifican en su diario vivir y nos permiten darle mas sentido a nuestras existencias.

Trate de ser lo mas sincero con ella, es cierto que en mi fuero interior estaba muy molesto porque desde que la conocí, nunca dejé de hablar con verdad, y traté, también, de hacer clara diferencia que, mi manera de vivirme los afectos era en tiempo presente, y que nadie es propiedad de nadie, en esa materia.

Fue una conversación cálida, pero había en el aire un algo que me decía que no estaba siendo sincera, y que en el fondo trataba de no herirme, y la verdad que, si me hirió, no por lo que me estaba decidiendo, sino porque no me estaba hablando con verdad, y era la primera vez que la sentía haciendo eso.

Uno nunca termina de aprender, nunca dije que era un Adonis, ni un “Latin Lover”, ni un metro sexual, ni un semental, soy sólo un hombre que ha tratado de aprender de la vida y lo que ahora recién estoy entendiendo, y que justifica mi manera de ser, que si las hubiese entendido en el momento que correspondía, quizás hubiese sido mas feliz, pero si hubiese seguido el camino de los convencionalismos sociales, hoy sería un abuelo convencional, disfrutando, entre otras cosas, el regar rosas en un jardín, también convencional, pero soy un perenne adolescente, en un cuerpo viejo, con una mente que trata de vivir de acorde a los tiempos que vivimos.

Ella es una mujer inteligente, íntimamente temerosa, que no es sinónimo de cobarde, ha querido ser diplomática sin ser mentirosa, pero no ha entendido que se ganó mi amistad y lealtad, no por su belleza externa, sino por las grandes cualidades que en ella descubrí y que le dieron sentido a esta etapa de mi existencia.

Quizás las historias viejas han vuelto a hacerse presente, quizás la osadía de mi existencia, por renunciar permanentemente a los remansos para vivir en el centro de la corriente del río, motivó demasiado a un espíritu libertario que vive dentro de una coraza que sigue siendo aliada de lo convencional y la seguridad, y de lo mínimo necesario.

Cada ser es y hay que aceptarlo, se lo dije, te quiero como eres, ni mas ni menos, no te quiero como una propiedad ni un trofeo, te quiero para quererte.

Así y todo siento que la gaviota ha vuelto a volar, como una especie rara que migra permanentemente en busca de los espacios que, en ese momento le hacen bien… al menos ella vuela y no se somete a un universo mentiroso, que otras especies se dan, con el sólo fin de sobrevivir.