Aprendiz de escritor...arquitecto de mi existencia.

rio laja chile

GUSTAVO ARANEDA

lunes, diciembre 03, 2007

CEFERINA Y DAGOBERTO (5a parte)

El almuerzo en la casa del juez se sirve sagradamente a las 13,30 hrs, salvo cuando llegaban invitados en el tren del “mediodía” y que generalmente arribaba a la hora programada.

De los casi veinte años que Ayentemo conocía al juez, por primera vez lo había visto desconcertado, don Celedonio siempre muy seguro de las situaciones, esta vez se había descompuesto. Recorrió el jardín interior de la casa quinta en compañía de las damas, las cuales fueron muy detallista en la descripción de cada una de las plantas que ahí había, además no se dejó de tocar el tema del terremoto que había azotado la zona y de la salida de mar en Lebu, y eso que ya habían transcurrido casi un año.

Cerca de las dos y media se sentaron a la mesa, la conversación fue intermitente y de temas generales, los platos prácticamente retornaron a la cocina tal cual llegaron, y a pesar de los esfuerzos de las señoras Melania y Graciela, la esposa del juez, por mantener el habitual ambiente de tertulia de los almuerzos en esa casa, esta vez fue diferente.

La sobremesa fue un poco mas distendida, quizás producto del bajativo, licor preparado por la señora Melania, que sumada a sus “salidas” muy ingeniosas, hizo que brotaran algunas sonrisas, el juez se levantó de la mesa y, en breve explicación, señaló que la siesta para el era sagrada, le pidió a Melania que le indicara la pieza donde se quedaría Ayentemo y tomando del brazo de su esposa salió del comedor.

Ayentemo aprovecho ese tiempo para reordenar sus ideas y prepararse para lo que el juez le podía revelar. Sabía que este viaje era muy importante para si, sentía que era ya necesario rescatar parte de su pasado, de sus padres, de su familia, si la hubo…tenía claro que sin un pasado era más que complicado seguir construyendo futuro.

Poco antes de las cinco apareció el juez con el semblante normal, se sentó frente a Ayentemo en una mesa ubicada en una glorieta en medio del jardín interior, la tarde estaba muy agradable.

¿Le parece si tomamos el te aquí?
Es una excelente idea don Celedonio, ¿Cómo estuvo la siesta?
Muy reparadora, me habría gustado seguir durmiendo pero no quise…
¿Y por que no?...

No alcanzó a terminar la frase ya que fueron interrumpido por la presencia de Melania quien pareció con una bandeja seguida de una dama del servicio. Preparó la mesa y se retiró totalmente en silencio. Ayentemo hizo el ademán de pararse ante la presencia de las mujeres pero el juez le hizo seña con la mano que no lo hiciera.

Esta vez el juez dejó que el joven sirviera y disfrutaron de una once muy grata mientras conversaban generalidades y temas de actualidad. Ninguno de los dos hombres mostraba inquietud y actuaban como si nada importante los incomodara.

¿Ud conoce bien esta casa?
Sólo hasta aquí.
Es un cuarto de cuadra.
No lo parece.
Vamos, recorramos la propiedad.

Y mientras lo hacían, el juez le fue confidenciando algunos detalles.

Por ese lado hay una entrada bastante discreta, mire, ahí, pegada a esas matas de membrillo, tiene una trampita al igual a la entrada que da a esa otra calle… mas la entrada del coche y la entrada principal, esta casa era de mi padre…y detrás de esos jazmines esta lo que era el jardín de mi madre y que después cuidaba mi hermana…

Luego de recorrer parte del sitio volvieron a la casa, pero esta vez no entraron por donde lo había hecho en otras oportunidades, esta vez lo hicieron por una discreta puerta había a un costado de la casa que daba al subterráneo, traspasaron un dintel, luego un estrecho pasillo oscuro, una escalera angosta y aparecieron por un costado del despacho del juez, Ayentemo sólo observaba sin hacer preguntas, quería saber hacia donde lo quería llevar don Celedonio, y éste sabía que el joven era muy astuto.

¿Sorprendido Ayentemo?, mientras se sentaba frente a su escritorio.
Bastante, ¿cuantos años tiene esta casa?
Imaginase, la construyeron antes de que yo naciera… por lo menos cien años…si bien el pueblo fue oficialmente fundado por los militares, esta parte desde antes de la colonia, existió, por aquí pasaban las caravanas hacia el sur, desde Concepción, las que venían por Yumbel o por el río Biobio, en lanchones, llegaban hasta Nacimiento, incluso a veces hasta la altura de Renaico, ahí había una Hacienda importante, pero no lo voy a entretener con detalles que, creo, que esta oportunidad no serían de su interés…Pero, siéntese joven, póngase cómodo…
Es extraña esta habitación, me hace sentirme raro…
Este el comienzo de un viaje que, sinceramente, lo esperaba hace muchos años y hoy me… ¿por que no corre las cortinas por favor?,
señalándole los cortinajes que estaban amarrados en las esquinas del despacho.

Era la segunda vez, que Ayentemo entraba al despacho del juez, caminó lentamente a un rincón mientras el juez se acomodaba frente a su escritorio, y pudo percatarse que en los muros habían una serie de fotografías de estudio enmarcadas en cuadros de unos 50 por 70 centímetros, cuadros típicos de una época.

Todas estas fotos las tomó don Gustavo Milet

Pero Ayentemo se quedó parado, por un par de segundos, frente a un retrato de una dama joven y no escuchó el comentario del juez, hecho que don Celedonio captó de inmediato…

Perdón, ¿qué me dijo? ¡que hermosas fotos!
Cierto,
¿de verdad quiere cerrar las cortinas?
Es la fuerza de la costumbre… tantos años y aquí han sucedido tantas cosas…
Don Celedonio, perdóneme si le resulto algo insolente y muy sinceramente no quiero dar la sensación que quiera faltarle el respeto, pero yo vine por…
Si lo se,
mientras abría el cajón del centro de su escritorio, sacó una llave y mostrándosela… ¿Ud viene por esto?
Si, es cierto, pero también por información
, mientras guardaba la llave en el bolsillo de su chaleco.
¡Vaya! ¡vaya!, Ramírez tenia razón, Ud es muy inteligente y un hueso duro de roer.

Ayentemo sólo miraba, sabía que a estas alturas, un movimiento en falso y todo tomaría otro cariz, sentía que el Juez había bajado la guardia y era necesario esperar.

¿Que más quiere saber, que Juancho no le haya contado?

El comentario le había caído como balde de agua fría, tenía fundadas sospechas que el juez, el capitán y el sargento estaba coludidos, pero ¿Juancho?, ¿Cuándo?, ¿En qué momento?, sintió que el juez le había pegado un “mazazo”, pero mantuvo la serenidad mientras sentía que la mirada del juez le quemaba la frente…

¿Quién de Uds. tres le entregó la caja a Juancho?
¿Por qué?
Porque Juancho era analfabeta y talabartero, y si hubiese querido dejarme algo especial, me la habría dejado en unas prevenciones de cuero y no en una caja de madera, no me habría mandado donde Ud, porque con él, siempre tuvimos mucha confianza y verdad, como yo la tengo yo con mi mujer y mis hijos, y de esa enseñanza me siento orgulloso…

Las últimas frases le habían salido del alma y estaban plenas de pasión y honor, mal que mal, Juancho fue su verdadero padre, por crianza y formación y nunca Ayentemo se sintió defraudado de él.

El juez guardo silencio y bajó la vista, el joven sintió que el golpe de vuelta había sido algo rudo y se levantó y volvió hacia la foto que le había llamado la atención…

¿Le parece rostro conocido?
Si,
respondió el joven sin quitar la vista del cuadro
¿La ha visto en otra parte?
Si…
¿Dónde?
En mis sueños de niño…
Ayentemo consideró prudente bajar la tensión confidenciando algo muy íntimo, total, debía dar muestras que él también estaba dispuesto a compartir hechos privado de su vida… esta dama la vi muchas veces cuando niño, sobre todo cuando me sentía triste o me acostaba con miedo… ella me sacaba a pasear por unas partes donde habían muchas flores, árboles frutales y con un aroma… muy parecido a su quinta… bueno me imagino que muchas casas son mas o menos parecidas, pero esta tenía algo muy especial, una pequeña fuente de piedra negra, nos sentábamos en la orilla y ella me mojaba el pelo y me peinaba con sus dedos… y … bueno, eran sueños de niño, y cuando uno es niño siempre sueña cosas bonitas, yo le contaba a Juancho y él siempre me preguntaba, ¿De color es el pelo?, color miel, le decía, entonces él me decía ¡ahhh!, y ese era todo su comentario, y a veces cuando me iba a acostar y pensaba que me gustaría que mi mamá me tapara y, fijo, ella aparecía en mis sueños y me hacia cariño hasta que me quedaba dormido dentro de mi sueño, ¿me entiende? eso es lo mas lindo que tengo de recuerdos de cuando era niño…

Se produjo un silencio prolongado, ya la luz del sol se escondía tras los frondosos árboles y el despacho empezó a quedar en penumbras…

Bueno don Celedonio, ¿Quién es esta dama?, ¿pariente suya?
Si, es mi hermana, pero murió hace muchos años, esa foto es de soltera, ella murió cuando tenía 22 años y era dos años mayor que yo…murió de cólera… nada se pudo hacer…¿Y ha vuelto a soñar con ella?

Ayentemo estaba aun en su íntimo mundo y el juez respetuoso del momento no insistió y levantándose de su escritorio, tomó al joven de un brazo y salieron hacia el interior de la casa, ambos caminaban en silencio, estaban cansado pero tranquilos.

La cena fue grata, ya al termino sonó el teléfono, y Melania le dijo algo al oído al Juez y este salio a atender, contestó con monosílabos y de manera amable, respuestas que no pudo evitar escuchar Ayentemo ya que el juez por los años estaba algo sordo.

La sobremesa fue privada, las damas se retiraron y ellos se quedaron disfrutando un bajativo hecho con hierbas naturales que Melania maceraba.

¿Esta noche abrirá la caja?
Aun no lo se…
¿No siente curiosidad?
Si, pero no estoy ansioso, hay otras cosas que me tienen mas curioso
¿Como qué?
Ud…todo esto me tiene muy confundido y no logro atinar… siento que Ud tiene toda las llaves… la de la caja es una, pero hay muchas cosas que no me cuadran… le dije que no quiero ser insolente ni que quiera faltarle el respeto, pero me siento como si fuera “la pelota de la pichanga”, no creo merecerme tanta preocupación de Ud, del capitán, del sargento, el cariño tan especial de su esposa y la señora Melania… en fin, en el Regimiento, nunca me regalaron nada, pero siempre estaba de alguna manera presente mi sargento y mi capitán, hay muchas cosas que no puedo conversar ni con mi mujer, no porque no tenga confianza ni que no vaya a entender, pero son como fantasmas que me persiguen y que ahora me han estado haciendo mas presión…como por ejemplo, ¡Quién era realmente mi padre?, ¿de dónde era?, mi madre, su familia, y ahora, para rematarla resulta que la señora de mis sueños de niño es igualita a su hermana, sólo falta que aparezcan por aca mi capitán y mi sargento y vaya a saber cuantas otras personas mas… eso me tiene muy aproblemado…en el fondo, ¿quien soy?, ¿de donde vengo?
No se necesita mandil para ser iniciado…
murmuro el Juez
¿Perdón, no le escuché?
No me haga caso, a veces los viejos disfariamos…
se terminó de beber el licor y se paró frente al joven; me siento muy cansado y me gustaría ir a dormir, pero quiero decirle, mañana contestaré toda sus preguntas, y cuando digo todas, será así, no eludiré ninguna, y para muestra le voy a decir que, si conocí a su padre, y también a su abuelo paterno, y a su abuela materna, a su madre sólo de nombre…le golpeó el hombro de Ayentemo y enfiló hacia la puerta del comedor…
Ah don Celedonio, la dama de la foto me fue a ver la noche antes que Juancho enfermara, me dijo que lo fuera a ver….
Vaya a saber porque pasan las cosas…Sólo Dios sabe…
dijo elñ juez saliendo de la pieza.

Cierto juez, sólo Dios sabe...acotó el joven.

1 Comentarios:

Gracias por tu visita, y tu buena onda... Me agradan estas sorpresas, y la vida que esta llena de ellas...

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