Aprendiz de escritor...arquitecto de mi existencia.

rio laja chile

GUSTAVO ARANEDA

lunes, mayo 26, 2008

CEFERINA Y DAGOBERTO (7a. Parte)

Esa tarde la siesta del juez se prolongó hasta la cena, se levantó sólo por compartir con Ayentemo, pero se le veía algo descompuesto, por lo que el joven respetó la situación y durante la cena solo se hablaron de cosas generales y de los acontecimientos últimos del pueblo.

No hubo sobremesa, por lo que Ayentemo salió a dar un paseo por el pueblo, dirigiéndose inconscientemente hacia la plaza, quizás con la intención de liberarse de toda la tensión provocada por las situaciones vividas, y sin proponérselo, se encontró frente a la puerta principal del Hotel, y sin pensarlo entró para tomarse un trago y terminar de despejar la mente.

En la entrada al comedor se encontró frente a frente con el capitán Muñoz y el sargento Ramírez que estaban en el bajativo de la cena, los tres estaban sorprendidos. El capitán Muñoz, se paró y en un gesto de mucha cordialidad y afecto se dirigió a Ayentemo saludándolo con un fuerte abrazo e invitándolo a la mesa, mientras que Ramírez trataba, casi en vano de tomar una actitud relajada;

Siéntese Rebolledo, quiere tomar alguna cosita, nosotros acabamos de cenar, perdón ¿Ud ya cenó?, Ayentemo asintió con un suave movimiento de cabeza, mientras que Ramírez se paraba y le saluda con el mismo afecto y cordialidad.

…pero siéntese Rebolledo, esto si que es una grata sorpresa, señaló el capitán
Cierto, es una muy grata sorpresa, dijo Ayentemo, mientras se sentaba
Y que se va a servir,
¿Que están tomando Uds?
Un traguito muy especial, es una mistela de mutilla (1) y esta suavecita, Ayentemo, aun sin palabras volvió a asentir con un movimiento de cabeza, el capitán hizo un gesto al garzón quien rápidamente llegó con un vaso para el joven….
Salud, dijo Muñoz, los otros respondieron y bebieron lentamente…
Pero esta no es la forma de beber cuando se esta celebrando, dijo Muñoz y llamando al garzón le pidió que trajese la botella….
¿Y cual es el motivo de la celebración mi sargento?, preguntó Ayentemo
Porque vamos a ser socios con Ramírez, Ayentemo, señaló el capitán
Si porque vamos a ser socios con mi capitán, confirmó algo dubitativo Ramírez
Ya te dije Ramírez, ahora sólo Muñoz…
Cierto, por eso, salud….
Salud….
Ayentemo se sumó a la alegría pero en el fondo de si, tenía dudas, eran demasiado las coincidencias y a estas alturas ya no creía en nada. No le cabía duda que, el capitán, sobre la marcha había inventado la excusa, pero presentía que la presencia de ellos obedecía a otras razones.

Ayentemo no hizo preguntas, bebió con ambos hasta cerca de la media noche momento en que los tres se retiraron, y acompañaron al joven hasta la casa del juez, donde se despidieron, con el compromiso de encontrarse al día siguiente para almorzar, pero esta vez en compañía del Juez.

Como a las 10 de la mañana llegó a la casa el capitán Muñoz y luego de los saludos de rigor le dijo al juez que nos venía a invitar a almorzar a su fundo y que además le iba a presentar a su socio, el juez le miró fijo a los ojos aceptando la la invitación le pregunto; ¿socio?...
Si don Celedonio, me asocié con el sargento Ramírez…
Pero yo daba por hecho esa sociedad hace ya mucho tiempo. Y no dando tiempo para explicaciones el Juez entró al interior de la casa y a los pocos minutos volvió y los tres hombres salieron rumbo hacia Quechereguas.

Vaya, vaya, hacia mucho tiempo que no andaba por estos lados dijo el juez, bajándose del viejo Ford que conducía Muñoz, y parece que todo esta igual, ¿Ud conocía por aca Ayentemo?
Si, don Celedonio, pero no había pasado por estos lados…cada día hay mas cercos…
Y a medida que pase el tiempo los habrá mas, y también mas problemas, sentenció don Celedonio.
Pero entre los huincas, retrucó el joven.

El último comentario quedo dando vueltas en el aire mientras se dirigían hacia un patio interior de la casona que era la casa patronal, les salió a encontrar el sargento Ramírez que llevaba consigo una pechera hecha de saco harinero con evidentes manchas de sangre reciente…
Buenos días, llegaron justo a tiempo, acabamos de despostar el cordero, claro que se perdieron el ñache, pero el asado no lo van a olvidar nunca…

Espero, dijo el juez, mientras miraba a su alrededor como buscando algo o haciendo una inspección ocular, veo que ha hecho algunas mejoras Muñoz…
Las suficientes para hacerlo mas cómodo, pero hay muchas cosas todavía que arreglar…
Ayentemo trataba de perder detalle, la familiaridad de la conversación y las preguntas le iban confirmando que el juez y el capitán eran viejos conocidos, eso ya no le cabía duda. Sus divagaciones fueron interrumpidas por la presencia de una dama que se dirigió directamente al juez;
Por fin se decidió venir don Celedonio, esto es todo un acontecimiento
Como esta Rosita, aquí me tiene, su marido prácticamente me raptó, y ¿cómo están los niños?
Internados en Concepción, y ¿Ud es…?
El es Ayentemo, intervino el capitán, Rebolledo, le presento a mi señora…
Mucho gusto señora, la felicito por el lugar.
Gracias, pero por favor, pónganse cómodos, le voy a decir a la Beatriz que les traiga alguna cosita por mientras, y si me disculpan, hay algunas cosas por hacer en la cocina…los cuatro hombres quedaron en silencio, como esperando quien hacía la siguiente movida.

Ayentemo tranquilamente se alejó un poco y mirando hacia el horizonte y buscando puntos de referencias conocidos de detuvo y girando se dirigió directamente al juez;
Me gustaría tener mi caballo ahora, creo que estoy a unas tres horas de donde esta enterrada mi madre…
Podría venir una próxima vez y programamos una excursión los tres intervino el sargento de manera efusiva, hace mucho tiempo que no lo hago
¿Qué no hace mi sargento?, preguntó el joven
Hacer una excursión, replicó el capitán acercándose al joven, Ramírez se va a morir siendo un milico de caballería.
Uno nunca deja de ser lo que ha sido toda la vida, intervino el juez
Pero ¿Uds saben donde esta enterrada mi madre?
Me imagino que en algún cementerio, dijo el juez
Lógico que en un cementerio, secundó el capitán…
Ayentemo guardó silencio por un instante y dirigiéndose a Ramírez le dijo;
¿le ayudo en algo mi sargento?
Pero es que ud anda con tenida de parada…
No se preocupe
En ese caso, venga conmigo…

Don Celedonio, ¿qué cree ud?, preguntó el capitán
¿de qué?
Del muchacho
Nada…
¿Ud esta seguro de lo que quiere hacer?
No me queda tiempo
En eso tiene razón, no queda tiempo
Yo comenzaré a hablar
Como ud diga don Celedonio…

Fue un agradable asado y el día se pasó volando, cuando el sol ya empezaba a perderse detrás de los cerros, subieron al viejo Ford y regresaron los cuatro a Traiguén, poco conversaron en el camino y a la llegada, don Celedonio se fue a acostar casi de inmediato y Ayentemo se quedó sentado un largo rato en el jardín interior de la casa.

¿Le gustaría servirse alguna cosita, antes de acostarse Ayentemo?
Gracias Sra. Graciela, no le sentí acercarse, disculpe Ud, mientras se paraba, hoy fue un día muy especial
Me imagino, Celedonio llegó muy agotado, pero feliz, pareciera que no toma conciencia de los años que tiene y hace cosas de joven…y ¿ha podido satisfacer sus curiosidades?
Hay que esperar en el momento justo y en el lugar preciso para recoger la fruta madura que cae, ¿ud me quiere decir algo señora Graciela?
Por mi, quisiera decir muchas cosas, pero…
No se preocupe, tengo tiempo y paciencia
Lo se, y también se que ha sido muy prudente y respetuoso
No podría ser de otra manera
Ud le tiene mucho cariño a mi marido
Mucho, más quizás de lo que se ha ganado
¿Cómo así?
Porque cuando uno quiere no puede tener secretos, los secretos son como las espinas, cuando no se sacan de inmediato y en la medida que pasa el tiempo, primero molestan, después comienzan a doler, y aunque uno disimule con los años duelen mucho mas, y uno trata de esconder el dolor ante los ojos de los demás, y eso hace que en cualquier descuido o sin querer alguien la pasa a llevar, entonces el dolor es mucho mas grande…
Pero ud. entiende a Celedonio… ¿verdad?, preguntó ella.
Y aunque no lo entendiera señora, he aprendido a tenerle mucho cariño, y hasta donde se, el cariño verdadero no necesita explicaciones… quizás sea mejor dejar todo esto, hasta aquí, el pasado no se recompone, y lo hecho, hecho esta, es muy posible que tenga razón, estoy tocando partes donde siento que hay varias espinas, y en varias personas… esta refrescando un poco, ¿no cree que es hora ya de irse a dormir?, vine por tres días y quisiera mañana regresar a Angol… ¿vamos?…

Y tomando por el brazo a la dama ingresaron a la casa, ella le despidió con un beso en la cara que el aceptó con mucho agrado.

Al ingresar al dormitorio encontró la caja encima de la cama y una foto tamaño postal de la hermana del juez. La tomó, la miró por un rato y luego la besó y la dejó en el velador, hasta mañana…. Gracias,... ud también…

martes, mayo 13, 2008

UN SIMPATICO PARENTISIS…

La Historia de Ceferina y Dagoberto, que comenzó como un simple cuento, hoy toma visos de una historia mas extensa y con situaciones que han ido apareciendo en la medida que los personajes han tomando vida en mi mente.

Necesitaba considerar una serie de detalles para hacer mas creíble el relato y eso me ha llevado en un peregrinar en textos, crónicas, estudios, memorias y largas conversaciones con personas oriundas de la zona de Nacimiento, Angol, Traiguén, Los Sauces y alrededores.

Es increíble la cantidad de personas que habitan este gran Santiago y que sus raíces son de pueblos que sólo los conocen sus habitantes.

Recorrí varias locales que se dedican a la venta de libros usados, en donde casi siempre se encuentra lo que se busca, pero hay que tener una gran cuota de paciencia y de suerte, ya sea para escuchar inverosímiles relatos como muchos proyectos frustrados de frustrados escritores.

Tuve la mala idea de preguntar en voz alta por algún libro sobre la Guerra de Arauco, pero de esos que poco se conocen… un señor que estaba a mi lado escudriñando textos en un cajón casi plano donde sobresalían una infinidad de empastes con letras en otros idiomas, me dijo;

Si Ud quiere saber mas de la historia de la guerra de Arauco y …. mirando hacia todos lados, como si me quisiera dar un dato fijo para el Club Hípico, me dijo a media voz y entre dientes… ubique al Reinaldo Villegas, y volvió a mirar a todos lados y siguió mirando los textos… ¿Reinaldo Villegas?, me pregunté, mis conocimientos de historiadores no es mas que el común de los chilenos, Vicuña Mackenna, Barros Arana, Encina, Frías Valenzuela (texto obligado en el Liceo) y otros de carácter local y de los cuales, respetuosamente no recuerdo sus nombres, pero por ahí, en algún cuaderno de apuntes debo tener registrado, pero ¿Reinaldo Villegas?...

Es sabe toda la historia “Del Tigre”… ahí despertó algo mi curiosidad, quizás sea algún personaje bandolero de aquellos tiempos y que sus andanzas sea conocida por historias relatadas de generación en generación, como muchas en los campos del sur de Chile…miré discretamente a mi interlocutor, tratando de hacerme una idea de él, por su vestimenta, los libros que miraba, pero no había nada que lo hiciera diferente ni gestos que delataran algo especial.

Lamentablemente no había lo que necesitaba, así que agradecí la atención, me despedí de mi informante ocasional y me dirigí hacia la Alameda…me entretuve mirando los locales de libros que están en la entrada de San Diego y decidí pasar a tomar un café, al paso, en una fuente de soda que esta a la vuelta de la esquina, me senté frente al mesón y estaba en eso, cuando siento que se sienta a mi lado una persona, era él… pidió un café y ahora mas relajado y sin preámbulos comenzó a contarme una serie de detalles, que a decir verdad, no tenían ninguna importancia para enriquecer mi historia, pero si, me pude dar cuenta que, este señor era oriundo de Hualquí, y por suerte para él, yo soy de la zona de Concepción, por lo que sabía de la existencia de la “República independiente de Hualqui”.

Ahí pude saber que “El tigre” es uno de los club de fútbol mas emblemáticos de esa ahora ciudad junto al “Carrera”, ”Independiente” y “Undac”, me habló de don Máximo Neira, que fue el fundador del “Carrera” y su presidente, que había sido secretario municipal y también alcalde, a esas alturas, me había entregado a mi sino de relacionarme en los momentos menos oportunos con personas que me comentan cosas de las que no siquiera tengo interés, pero, esta vez, hacia algo de frío y el café estaba demasiado caliente.

Le pregunté derechamente que tenía que ver Reinaldo Villegas con lo que yo andaba buscando, y me dijo que era una persona muy sabia (¿?) que incluso conocía toda la historia de Hualqui, que por ahí pasaron un montón de bandoleros, siendo los mas famosos Benavides y un cura renegado llamado Ferrabú, que vadeaban el Biobio por ahí para ir a Santa Juana y a la cordillera de Nahuelbuta… en ese momento me entusiasmé, porque efectivamente, Hualqui era un punto estratégico desde la llegada de los españoles a esa región.

Y se recuerda de algo mas, pregunté,
me dijo que si, también estuvo en Hualqui César del Avila,
¿Era algún oficial español de poca nombradía?

No, es el autor del “Pavo Real” que canta José Luis Rodríguez,
el Puma, claro que yo soy socio de “El Tigre”

A decir verdad, no fue provechosa la conversación con mi interlocutor, para mis particulares propósitos, pero si supe que en Hualqui hay un club de fútbol muy importante llamado “El Tigre” que existe una persona que se ha preocupado de rescatar parte de la historia de esa ciudad como es don Reinaldo Villegas Astudillo , que es consul honorario de Chile en Valencia, Venezuela y ex alumno del Liceo "Enrique Molina" de Concepción, al igual que yo y que otro amigo hualquino, muy importante en la artes, como es Muñozcoloma
.

La próxima vez que vaya a la zona, me daré un tiempo para visitar Hualqui, veré si está viva una tía que vivió toda su vida ahí, y posiblemente recorra el viejo camino colonial que une Hualqui con Rere, a través de los cerros y bajaré a San Rosendo, no a buscar a la Carmela, sino a buscar, si aun quedan, alguna de las “palomitas” que vendían pollitos cocidos, tortillas de rescoldo y huevos duro a la pasada de los trenes.

Al final, me despedí con una sonrisa de este extraño amigo, que por esas cosas de la vida, ni siquiera le pregunté su nombre.


Gustavo Araneda.

Nota: Don Reinaldo Villegas fue presidente fundador del Club Deportivo "Tigre".


mas información sobre Hualqui

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domingo, diciembre 09, 2007

CEFERINA Y DAGONERTO (6a. Parte)

NOTA: El Cd que contenía los capítulos finales está guardado y no tengo acceso, porque la llave del mueble la tiene una colega que nada de viaje, y no me quiero dar el trabajo de rehacerlo.


Gustavo.

07/mar/2008


Ayentemo casi no durmió, le daban vuelta muchas cosas, trató vanamente de ordenar las ideas y siempre quedaba con algo inconcluso, ahora se agregaba a todo esto la presencia de la hermana del juez, ya empezaba a considerar hasta la posibilidad de brujerías, argumento muy propio de la gente de campo cuando no le encontraba explicación.

Esperó hasta que escucho ruidos y se levantó, se cruzó en el pasillo con la señora Melania quien lo condujo al comedor donde le sirvió un reconfortante desayuno, donde una taza de café de granos y leche era acompañada de panecitos amasados recién salidos del horno…

¿Y Don Celedonio?
Salió hace un rato, pero dijo que estaba de vuelta como a las nueve…si quiere repetirse hace sonar la campanilla…

Gracias, mientras que de reojos miraba el reloj de la pared que marcaba poco mas de las ocho y media, por lo que desayunó lentamente…repasaba mentalmente el plan que se había trazado para el día.

Terminó el desayuno y volvió a la pieza en busca de la caja de madera que no había abierto aún, de regreso se topó con el Juez que entraba a la casa a paso resuelto.

Buenos días Don Celedonio,
Buenos días Ayentemo… veo que abrió ya la caja
No aún, la fui a buscar para hacerlo delante de Ud.
No creo que sea necesario que lo haga delante de mi
, mientras entraba al comedor cerrando la puerta tras de si.

Ayentemo se quedó en el pasillo y de nuevo en medio de la nada. Encaminó sus pasos hacia el jardín interior en donde el día anterior había tomado onces con el juez, dejó la caja encima de la mesa y de nuevo a ordenar ideas… recorrió calmadamente cada rincón y se detuvo frente al portón que separaba el "jardín de las mujeres" como lo señaló el juez…vaciló por unos instantes y como no le advirtieron que esa parte estaba prohibido el paso, decidió entrar… en medio de ese jardín muy bien cuidado estaba la fuente de piedra negra que muchas veces vio en sus sueños… se quedó paralogizado… en una fracción de segundos volvió a ser niño y hasta sintió la presencia de la dama.

¿Sorprendido?

Recién en ese momento volvió a la realidad, era la esposa del juez, el joven no atinaba palabra alguna…

Mucho…
A mi Ud me ha sorprendido mucho
, mientras le tomaba del brazo y le encaminó hasta la orilla de esa fuente tan especial, Ud ha resultado todo un enigma, por sus reacciones, por sus dichos, por su madurez…
Siento que caigo por un pozo sin fondo y cada vez que creo que estoy en el camino de entender, algo sucede y vuelvo a confundirme…por suerte no vine con la familia… en un principio para mi sólo era abrir el candado de la caja y ya…pero…
Quizás sea desde ahí de donde comience a desenrollar la madeja…
dijo ella, mientras se sentaba en la orilla de la fuente.
Eso pensé antes de llegar, pero algo me ocurrió cuando vi al juez en la estación…
¿Que cosa?,
indicándole que se sentara Ayentemo.
Su nerviosismo exagerado cuando me vio bajarme del tren…
y se sentó junto a ella.
¡Ah!….
Y no logro entender que sucedió
Ud no deja detalle libre…
Bueno, será por lo que yo hago, un detalle libre puede hacer que toda una jornada sea en vano, soy rastreador, sigo huellas…claro que cada vez es menos necesario…Y ahora esto, este jardín que nunca pensé que lo vería algún día…esta fuente…
¿Es la que Ud veía en sus sueños?
Intervino el juez acercándose, no se pare…
Si no suena a exagerado, diría que todo es igual, igual a lo que veía…y para que todo sea exacto y por favor no me tomen por loco sería escuchar su voz muy especial y la forma de hablar…
¿Como así?,
pregunto la señora Graciela..
Ronquita y muy suave, como susurro…
quedaron los tres en silencio…
A mi no me cabe duda, dijo el juez, dirigiéndose a su esposa.
A mi, menos,
respondió ella…es mejor que comiences ahora Celedonio y no te detengas, creo que hoy almorzaremos a la hora del Ángelus de la tarde…los dejo...no se pare…si ud. me permite, voy a hacer algo que he querido hacer hace muchos años, y acercándose al joven le puso las manos en los hombros y le dio un suave y cálido beso en la frente y luego se retiró.

Ayentemo estaba realmente confundido mientras don Celedonio buscaba, con la vista, infructuosamente algo imaginario en la copa de los árboles, solo se oía el trinar de los pajarillos.

Bueno…yo quiero almorzar a la hora, por lo que, en este cuento, tomaré atajos, Juancho le tiene que haber contado todo lo que él sabía, así que, yo le contaré lo que, me imagino, Juancho no sabía… y le ruego, interrúmpame cuando Ud lo estime conveniente…
Como Ud mande juez…
Como le dije, la dama de sus sueños es mi hermana, y no me cabe duda, y créame que, todo esto me pone de cabezas muchas cosas y me hace repensar cosas de las cuales daba por superada… todo esto para mi no tiene explicación, pero tengo claro que las pruebas son concluyentes…y creo que no hay un lugar mas preciso que este para contarle todo, este era su rincón, aquí venia todo los días hasta que no pudo mas, aquí se entretenía con su hijo, por ese tiempo yo me fui a Santiago a estudiar Derecho y cuando venía los veranos nos entreteníamos los tres aquí, o a veces íbamos al río, a bañarnos…
¿Su sobrino debería tener como la edad de mi sargento Ramírez?
El sargento es como dos años mayor que el capitán y mi sobrino unos cuatro años mas… a esta fecha debería haber tenido….unos sesenta y algo…
Eso quiere decir que cuando nací el tenía como unos…
Treinta años… si las matemáticas no se equivocan…
Siete menos que yo…y mi madre era menor que él, supongo…
Me imagino que si…por lo menos Juancho me dijo que cuando la conoció parecía una chiquilla…
Entonces ¿Ud conocía a Juancho?…
Desde cuando tenía como treinta años, Juancho era mayor que tu padre, como cinco años…
Eso quiere decir que a Juancho Ud lo conoció hace como cuarenta años…
Algo así, no le sabría decir con exactitud, a Juancho lo vi como cuatro veces en mi vida…La primera vez, por circunstancias muy especiales, luego, cuando lo tuve que procesar y le di sentencia de cinco años y un día, después cuando mataron a tu padre, la última vez, cuando vino a buscar los papeles suyos, para el Regimiento y bueno hace dos meses, cuando lo enterraron, pero solo vi su ataúd…. Se podría decir que cinco veces en casi cuarenta años…
¿Y a mi padre lo conoció?
Si,
¿Cuántas veces lo vio?
De adulto, dos veces, una vivo y la otro muerto…
¿Y a mi mamá?
Nunca en persona, pero se quien es ella…

Ayentemo se paró y caminó unos pasos y del bolsillo interior del vestón saco un cigarrillo y lo encendió.

¿No sabía que fumara?
Lo hago muy pocas veces…
¿Y bebe?
Sólo por compromiso…¿Y a quién mas conoce y que tenga que ver conmigo?
A tus abuelos paternos
¿Eran de acá?
Ella
¿Y él?
Del norte
¿Y que hacia?
Fue militar, después vigilante de Ferrocarriles y después prestó servicios especiales al Ejercito… eso es lo que se….
¿Tengo parientes por el lado de ellos?
Pocos
Los conoce
Si, ¿los quieres conocer?
No, no por ahora…

Ayentemo se tomaba su tiempo para hacer cada pregunta, mientras que el juez respondía como niño aplicado en examen de fin de año.

¿Porque nunca me dijo que era mi padre quien esta en esa tumba del cementerio?
Porque supuse que Juancho de lo había dicho..
No me lo dijo, lo deduje. Sabía que lo mataron los Vigilantes…
Ayentemo se quedó callado por un instante… y que se lo trajeron para acá… y lo demás Ud ya lo sabe…
A propósito, tengo una curiosidad, ¿Cómo dio con la tumba de su padre esa noche que casi mata del corazón al rondín?

Ayentemo miró a los ojos al juez con una expresión de sorpresa…

Desde un principio, cuando me vinieron a contar la anécdota, supe que Ud había sido, mas cuando el rondín juraba de guata que no había tomado y que no había huella alguna alrededor de la tumba…

El joven se rió, se arreglo el vestón y mirando hacia otro lado le dijo; Después que me despedí, don Vicente, porque así se llama el señor que me trajo la primera vez, me dejó en la puerta del Hotel, ahí nos despedimos, entré, le pregunté al empleado que me dijera donde podía ir a tomarme un trago “acompañado” y me indicó con pelos y señales donde ir, y de paso le dije que me habían “dateado” el negocio de del Bartolomé Lillo que tenía un aguardiente muy especial, me dijo que no era cierto pero me dio las indicaciones como llegar. Fui para allá y le dije al señor que era reportero y que estaba buscando información del bandido para escribir una historia y que me habían dicho que él era la persona clave, porque con su cooperación los vigilantes terminaron con las fechorías del Bandido, le dije que si el me ayudaba yo le garantizaba que pondría su nombre el en el diario, nos tomamos unas copas y me contó toda la historia, y hasta me hizo un mapa de donde estaba enterrado. Le pregunté si era cierto lo de las “penaurías” y él aseguró que si era cierto y que el rondín era el único valiente que hacia el turno de noche, claro que pasaba todo los días a buscar un “poquito de valor” a su negocio. Bueno, lo demás fue sencillo, a media cuadra de ahí compre un paquete de velas y cerca del cementerio me robe unas cuantas flores… entre por el lado de la línea férrea, hice lo que tenía que hacer, y después salí por donde mismo entré y me fui al hotel, y al nochero le dije que las chiquillas eran muy lindas y me fui a acostar, claro que dormí muy poco porque el tren salía de madrugada...Algo me da vueltas Juez, ¿Por qué Juancho lo vino a ver cuando mataron a mi padre?

Ahh… bueno, simple, Juancho vió caer a tu padre y como lo rodearon los vigilantes, ya se estaba obscureciendo, ellos trajeron el cadáver para los procedimientos de rigor, y Juancho se les adelantó, el conocía cada recoveco de la zona y me dijo que habían matado a Dagoberto y que lo traían para acá…conversamos un rato y se fue minutos antes que el alférez me viniera a avisar que el cadáver del bandido estaba en el cuartel y lo demás ya lo sabes por lo que le leí del expediente la primara vez que estuvo acá.

La conversación fue interrumpida por la presencia de Melania que desde la puerta del jardín pregunto al juez;

¿A que hora quiere almorzar?
De inmediato si estaba listo
Esta listo
Entonces vamos

El juez tomó del brazo a Ayentemo y a paso tranquilo se dirigieron al comedor, el joven caminaba mecánicamente, su mente trataba de reordenar cada una de los antecedentes que el juez le había dado.

El que mató a mi padre, por casualidad no fue mi…
No,
interrumpió el juez, de tu abuelo y donde terminó, es otra historia…
Por lo que veo Ud las sabe todas
No se olvide que pueblo chico…infierno grande…¿Y la caja la va a dejar ahí?
Aun no es el momento.

Esta vez el almuerzo fue grato, muy conversado y la sobremesa se prolongó por un par de horas.

lunes, diciembre 03, 2007

CEFERINA Y DAGOBERTO (5a parte)

El almuerzo en la casa del juez se sirve sagradamente a las 13,30 hrs, salvo cuando llegaban invitados en el tren del “mediodía” y que generalmente arribaba a la hora programada.

De los casi veinte años que Ayentemo conocía al juez, por primera vez lo había visto desconcertado, don Celedonio siempre muy seguro de las situaciones, esta vez se había descompuesto. Recorrió el jardín interior de la casa quinta en compañía de las damas, las cuales fueron muy detallista en la descripción de cada una de las plantas que ahí había, además no se dejó de tocar el tema del terremoto que había azotado la zona y de la salida de mar en Lebu, y eso que ya habían transcurrido casi un año.

Cerca de las dos y media se sentaron a la mesa, la conversación fue intermitente y de temas generales, los platos prácticamente retornaron a la cocina tal cual llegaron, y a pesar de los esfuerzos de las señoras Melania y Graciela, la esposa del juez, por mantener el habitual ambiente de tertulia de los almuerzos en esa casa, esta vez fue diferente.

La sobremesa fue un poco mas distendida, quizás producto del bajativo, licor preparado por la señora Melania, que sumada a sus “salidas” muy ingeniosas, hizo que brotaran algunas sonrisas, el juez se levantó de la mesa y, en breve explicación, señaló que la siesta para el era sagrada, le pidió a Melania que le indicara la pieza donde se quedaría Ayentemo y tomando del brazo de su esposa salió del comedor.

Ayentemo aprovecho ese tiempo para reordenar sus ideas y prepararse para lo que el juez le podía revelar. Sabía que este viaje era muy importante para si, sentía que era ya necesario rescatar parte de su pasado, de sus padres, de su familia, si la hubo…tenía claro que sin un pasado era más que complicado seguir construyendo futuro.

Poco antes de las cinco apareció el juez con el semblante normal, se sentó frente a Ayentemo en una mesa ubicada en una glorieta en medio del jardín interior, la tarde estaba muy agradable.

¿Le parece si tomamos el te aquí?
Es una excelente idea don Celedonio, ¿Cómo estuvo la siesta?
Muy reparadora, me habría gustado seguir durmiendo pero no quise…
¿Y por que no?...

No alcanzó a terminar la frase ya que fueron interrumpido por la presencia de Melania quien pareció con una bandeja seguida de una dama del servicio. Preparó la mesa y se retiró totalmente en silencio. Ayentemo hizo el ademán de pararse ante la presencia de las mujeres pero el juez le hizo seña con la mano que no lo hiciera.

Esta vez el juez dejó que el joven sirviera y disfrutaron de una once muy grata mientras conversaban generalidades y temas de actualidad. Ninguno de los dos hombres mostraba inquietud y actuaban como si nada importante los incomodara.

¿Ud conoce bien esta casa?
Sólo hasta aquí.
Es un cuarto de cuadra.
No lo parece.
Vamos, recorramos la propiedad.

Y mientras lo hacían, el juez le fue confidenciando algunos detalles.

Por ese lado hay una entrada bastante discreta, mire, ahí, pegada a esas matas de membrillo, tiene una trampita al igual a la entrada que da a esa otra calle… mas la entrada del coche y la entrada principal, esta casa era de mi padre…y detrás de esos jazmines esta lo que era el jardín de mi madre y que después cuidaba mi hermana…

Luego de recorrer parte del sitio volvieron a la casa, pero esta vez no entraron por donde lo había hecho en otras oportunidades, esta vez lo hicieron por una discreta puerta había a un costado de la casa que daba al subterráneo, traspasaron un dintel, luego un estrecho pasillo oscuro, una escalera angosta y aparecieron por un costado del despacho del juez, Ayentemo sólo observaba sin hacer preguntas, quería saber hacia donde lo quería llevar don Celedonio, y éste sabía que el joven era muy astuto.

¿Sorprendido Ayentemo?, mientras se sentaba frente a su escritorio.
Bastante, ¿cuantos años tiene esta casa?
Imaginase, la construyeron antes de que yo naciera… por lo menos cien años…si bien el pueblo fue oficialmente fundado por los militares, esta parte desde antes de la colonia, existió, por aquí pasaban las caravanas hacia el sur, desde Concepción, las que venían por Yumbel o por el río Biobio, en lanchones, llegaban hasta Nacimiento, incluso a veces hasta la altura de Renaico, ahí había una Hacienda importante, pero no lo voy a entretener con detalles que, creo, que esta oportunidad no serían de su interés…Pero, siéntese joven, póngase cómodo…
Es extraña esta habitación, me hace sentirme raro…
Este el comienzo de un viaje que, sinceramente, lo esperaba hace muchos años y hoy me… ¿por que no corre las cortinas por favor?,
señalándole los cortinajes que estaban amarrados en las esquinas del despacho.

Era la segunda vez, que Ayentemo entraba al despacho del juez, caminó lentamente a un rincón mientras el juez se acomodaba frente a su escritorio, y pudo percatarse que en los muros habían una serie de fotografías de estudio enmarcadas en cuadros de unos 50 por 70 centímetros, cuadros típicos de una época.

Todas estas fotos las tomó don Gustavo Milet

Pero Ayentemo se quedó parado, por un par de segundos, frente a un retrato de una dama joven y no escuchó el comentario del juez, hecho que don Celedonio captó de inmediato…

Perdón, ¿qué me dijo? ¡que hermosas fotos!
Cierto,
¿de verdad quiere cerrar las cortinas?
Es la fuerza de la costumbre… tantos años y aquí han sucedido tantas cosas…
Don Celedonio, perdóneme si le resulto algo insolente y muy sinceramente no quiero dar la sensación que quiera faltarle el respeto, pero yo vine por…
Si lo se,
mientras abría el cajón del centro de su escritorio, sacó una llave y mostrándosela… ¿Ud viene por esto?
Si, es cierto, pero también por información
, mientras guardaba la llave en el bolsillo de su chaleco.
¡Vaya! ¡vaya!, Ramírez tenia razón, Ud es muy inteligente y un hueso duro de roer.

Ayentemo sólo miraba, sabía que a estas alturas, un movimiento en falso y todo tomaría otro cariz, sentía que el Juez había bajado la guardia y era necesario esperar.

¿Que más quiere saber, que Juancho no le haya contado?

El comentario le había caído como balde de agua fría, tenía fundadas sospechas que el juez, el capitán y el sargento estaba coludidos, pero ¿Juancho?, ¿Cuándo?, ¿En qué momento?, sintió que el juez le había pegado un “mazazo”, pero mantuvo la serenidad mientras sentía que la mirada del juez le quemaba la frente…

¿Quién de Uds. tres le entregó la caja a Juancho?
¿Por qué?
Porque Juancho era analfabeta y talabartero, y si hubiese querido dejarme algo especial, me la habría dejado en unas prevenciones de cuero y no en una caja de madera, no me habría mandado donde Ud, porque con él, siempre tuvimos mucha confianza y verdad, como yo la tengo yo con mi mujer y mis hijos, y de esa enseñanza me siento orgulloso…

Las últimas frases le habían salido del alma y estaban plenas de pasión y honor, mal que mal, Juancho fue su verdadero padre, por crianza y formación y nunca Ayentemo se sintió defraudado de él.

El juez guardo silencio y bajó la vista, el joven sintió que el golpe de vuelta había sido algo rudo y se levantó y volvió hacia la foto que le había llamado la atención…

¿Le parece rostro conocido?
Si,
respondió el joven sin quitar la vista del cuadro
¿La ha visto en otra parte?
Si…
¿Dónde?
En mis sueños de niño…
Ayentemo consideró prudente bajar la tensión confidenciando algo muy íntimo, total, debía dar muestras que él también estaba dispuesto a compartir hechos privado de su vida… esta dama la vi muchas veces cuando niño, sobre todo cuando me sentía triste o me acostaba con miedo… ella me sacaba a pasear por unas partes donde habían muchas flores, árboles frutales y con un aroma… muy parecido a su quinta… bueno me imagino que muchas casas son mas o menos parecidas, pero esta tenía algo muy especial, una pequeña fuente de piedra negra, nos sentábamos en la orilla y ella me mojaba el pelo y me peinaba con sus dedos… y … bueno, eran sueños de niño, y cuando uno es niño siempre sueña cosas bonitas, yo le contaba a Juancho y él siempre me preguntaba, ¿De color es el pelo?, color miel, le decía, entonces él me decía ¡ahhh!, y ese era todo su comentario, y a veces cuando me iba a acostar y pensaba que me gustaría que mi mamá me tapara y, fijo, ella aparecía en mis sueños y me hacia cariño hasta que me quedaba dormido dentro de mi sueño, ¿me entiende? eso es lo mas lindo que tengo de recuerdos de cuando era niño…

Se produjo un silencio prolongado, ya la luz del sol se escondía tras los frondosos árboles y el despacho empezó a quedar en penumbras…

Bueno don Celedonio, ¿Quién es esta dama?, ¿pariente suya?
Si, es mi hermana, pero murió hace muchos años, esa foto es de soltera, ella murió cuando tenía 22 años y era dos años mayor que yo…murió de cólera… nada se pudo hacer…¿Y ha vuelto a soñar con ella?

Ayentemo estaba aun en su íntimo mundo y el juez respetuoso del momento no insistió y levantándose de su escritorio, tomó al joven de un brazo y salieron hacia el interior de la casa, ambos caminaban en silencio, estaban cansado pero tranquilos.

La cena fue grata, ya al termino sonó el teléfono, y Melania le dijo algo al oído al Juez y este salio a atender, contestó con monosílabos y de manera amable, respuestas que no pudo evitar escuchar Ayentemo ya que el juez por los años estaba algo sordo.

La sobremesa fue privada, las damas se retiraron y ellos se quedaron disfrutando un bajativo hecho con hierbas naturales que Melania maceraba.

¿Esta noche abrirá la caja?
Aun no lo se…
¿No siente curiosidad?
Si, pero no estoy ansioso, hay otras cosas que me tienen mas curioso
¿Como qué?
Ud…todo esto me tiene muy confundido y no logro atinar… siento que Ud tiene toda las llaves… la de la caja es una, pero hay muchas cosas que no me cuadran… le dije que no quiero ser insolente ni que quiera faltarle el respeto, pero me siento como si fuera “la pelota de la pichanga”, no creo merecerme tanta preocupación de Ud, del capitán, del sargento, el cariño tan especial de su esposa y la señora Melania… en fin, en el Regimiento, nunca me regalaron nada, pero siempre estaba de alguna manera presente mi sargento y mi capitán, hay muchas cosas que no puedo conversar ni con mi mujer, no porque no tenga confianza ni que no vaya a entender, pero son como fantasmas que me persiguen y que ahora me han estado haciendo mas presión…como por ejemplo, ¡Quién era realmente mi padre?, ¿de dónde era?, mi madre, su familia, y ahora, para rematarla resulta que la señora de mis sueños de niño es igualita a su hermana, sólo falta que aparezcan por aca mi capitán y mi sargento y vaya a saber cuantas otras personas mas… eso me tiene muy aproblemado…en el fondo, ¿quien soy?, ¿de donde vengo?
No se necesita mandil para ser iniciado…
murmuro el Juez
¿Perdón, no le escuché?
No me haga caso, a veces los viejos disfariamos…
se terminó de beber el licor y se paró frente al joven; me siento muy cansado y me gustaría ir a dormir, pero quiero decirle, mañana contestaré toda sus preguntas, y cuando digo todas, será así, no eludiré ninguna, y para muestra le voy a decir que, si conocí a su padre, y también a su abuelo paterno, y a su abuela materna, a su madre sólo de nombre…le golpeó el hombro de Ayentemo y enfiló hacia la puerta del comedor…
Ah don Celedonio, la dama de la foto me fue a ver la noche antes que Juancho enfermara, me dijo que lo fuera a ver….
Vaya a saber porque pasan las cosas…Sólo Dios sabe…
dijo elñ juez saliendo de la pieza.

Cierto juez, sólo Dios sabe...acotó el joven.

lunes, noviembre 19, 2007

CEFERINA Y DAGOBERTO ( 4a. parte)

Esa madrugada después del sepelio, en casa de Juancho, Ayentemo estuvo a un trís de forzar el candado, pero se detuvo sólo por el hecho que entre ellos, siempre se habían respetado en todo, y cuando uno le pedía al otro algo, y si el otro podía hacerlo, eso era sagrado, y se hacía, por lo que no era el momento ni el lugar para romper con esa costumbre, aunque ya estaba muerto, así que iría a buscar la llave donde el juez.

Pasaron más de dos meses y recién Ayentemo se puso de acuerdo con el Juez para su visita a Traiguén, pero excusó a su mujer e hijos, señalando que si disponía de unos días, situación que el Juez aceptó y afinaron los detalles, pero fue muy cuidadoso de no mencionar la caja de Juancho.

El viaje se le hizo muy corto, pues viajó en sus pensamientos, repasó todas las conversaciones con Juancho, a quien cada día echaba mas de menos, empezaba a comprender la sabiduría innata de su, en términos reales, su padre, entendiendo a cada día el amor que ambos se profesaban, recordaba que Juancho decía que él aprendió de los mapuches a nunca castigar a los hijos, “eso es muy malo, hay que hacer que entiendan… son mas que un caballo, y a los caballos los podi amansar y enseñar a punta de puro cariño, y nunca te van a dejar botao”, cada vez que podía se lo recordaba y Ayentemo así lo hacia con sus hijos

Desde pequeño sentía que era diferente a los otros niños, porque no tenía madre, nunca quiso ir a la escuela, para no tener que callar cuando le preguntaran por ella, y Juancho nunca lo obligó. Uno de sus grandes dolores era en no poder ir a ver a su madre, con la frecuencia que el hubiese querido pero, uno, por lo difícil de llegar y otro por el tiempo que le llevaba llegar hasta ese recóndito lugar donde estaba enterrada, y bueno, casado y con hijos y viviendo el Angol era casi imposible hacerlo.

Trataba de encontrarle explicación a la presencia cercana del sargento Ramírez para con él, pero a medida que pasó el tiempo se fue acostumbrando, por eso que no le llamó tanto la atención, su presencia en el funeral de Juancho, se recordó que siendo conscripto varias veces lo invitó a su casa, con la excusa que le ayudara en algunos trabajos domésticos y de paso le aprovechaba, de manera muy cuidadosa, de enseñarle modales, “Nunca se sabe cuando lo pueden sentar a la mesa de alguien importante y hay que saber comportarse”, costumbre que él hace con algunos de sus conscriptos, quizás a modo de devolver mano, además eso le ayudó mucho, para no desentonar, cuando el juez lo sentaba a su izquerda en el gran comedor de su casa y siempre comíamos los cuatro, el juez, su señora y la Melania que se ubicaba frente al juez, en la otra cabecera….

Lo que mas le desconcertaba de todo esto era un detalle que en un comienzo no lo consideró, y que ahora lo confundía totalmente, como Juancho pudo tallar esa frase si él era analfabeto… alguien lo talló por él, o alguien le escribió el mensaje y el solo lo talló…

Le hacia falta su “yunta” Marambio, para que le ayudara a ver con claridad todo esto, desde que habían llegado al Regimiento eran como hermanos carnales y varias veces le acompañó a los Sauces, cuando iba a ver a Juancho, le gustaba salir a cazar, pero con onda, decía que así era mas justa la caza… y tenía una puntería… difícilmente erraba un tiro, al igual que con el fusil, tenía paciencia y podía pasar horas totalmente quieto, pero no así su mente, el era de Nacimiento, y cada vez que nos íbamos a la orilla del río, cortaba trozos de rama de una manera muy peculiar, lanzándolos a la corriente; “para decirle a mis hermanos que estoy bien” .

Cada vez que escuchaba decir eso a Marambio, o cuando hablaba de sus hermanos, a él le hacia dar un cosquilleo en el corazón, porque muchas veces deseo tener un hermano, un hermano con quien jugar cuando niño, para salir a buscar nidos, sentarse a la orilla de la línea del tren para verlo pasar, cosa que muy pocas veces hizo, y por último, alguien con quien pelear y después seguir jugando, Marambio, en muchas cosas era como su hermano, pero lo habían trasladado a la escuela de Caballería de Quillota, y esa parte estaba algo lejos como llegar e ir.

Al pasar por Los Sauces, por primera vez pensó en los parientes de su madre, ¿quiénes eran?, por primera vez quiso saber como era el rostro de su madre, a pesar que, según él, siempre lo supo a través de sus sueños desde niño, en ese momento se sintió partido por la mitad, pues la otra mitad ya no existía, quien podía haberle dicho como era su madre ya no estaba con él, esa mitad ignorada se había ido con Juancho a la tumba, ahora todo era de cero, él comenzaba una nueva familia y salvo la relación de amistad con el juez, su sargento Rodríguez y su capitán Muñoz, nada mas había, por lo menos de su parte, las historias de un padre bandido y una madre que solo conocía su nombre, Ceferina, sin apellidos, por el lado de su mujer si había familia, pero era la de ella y él era el allegado, aunque desde un principio, siempre lo hicieron sentir uno mas, era una situación que él había elegido y a estas alturas era muy complicado destapar esa olla.

No se hacia idea de lo que contenía la caja, ni de las cosas que podrían ocurrir, a propósito de lo mismo. Lo que tenía claro era que con el juez se había granjeado una amistad muy especial y sentía que de parte de ese anciano, ahora, había una actitud de mucho cariño, respeto, hasta se podría decir como de un abuelo, abuelo que él nunca tuvo.

No era mucho lo que sabia del juez salvo, que era el juez del pueblo por muchos años, que era muy querido y respetado por toda la comunidad traiguenina, él decía a veces; “que el día que me muera me van a tener que enterrar en la cima del Chumay”.

Desde que se contrató en el Ejercito, nunca ha salido de su querido Regimiento N° 3 “Los Húsares de Angol”, como conscripto y soldado, sumado sus condiciones innatas de centauro, lo hizo pasar mucho tiempo entre las bestias, y sus guardias, apostado, le dejaban tiempo para pensar y repasar las enseñanzas, en temas de la vida, de su maestro Juancho, y de los temas profesionales, el permanentes estímulos a la superación por parte del oficial y del sargento.

Lo sacó de sus divagaciones la voz del conductor, que solicitaba todo los boletos ya que estaban próximo a llegar a Traiguén, última estación del viaje.

Llevaba una pequeña maleta, la caja y la revista En Viaje y una edición de el Diario El Mercurio, esta vez vestía un elegante terno de casimir gris obscuro y un sombrero de fieltro, al descender del tren, le esperaba el juez quien se sorprendió al verlo;

Don Celedonio, ¿qué le pasa?, parece que hubiese visto a un fantasma…mientras se abrazaban…
No, nada… este último tiempo he tenido algunos problemas para respirar, y esta vieja locomotora que deja todo lleno de humo…
Le traje algo para leer,
pasándole el diario y la revista…
¡Qué bueno!… bonito gesto de su parte…y ¡que elegante que viene!…
Mi sargento siempre decía que "para las ocasiones especiales hay que vestirse de manera especial"…
Pero ¡Ud viene mas encachao que la yegua del tony!…
¿Y cómo esta su señora?
Algo delicada de salud… Ud sabe, los años
¿Y la señora Melania?…
A ella no le entran balas…
No es que lo quiera echar si apenas a llegado, pero ¿por cuántos días viene?
Por tres días…
Se nos van a ser muy cortos…

Y continuaron hablando de trivialidades mientras que un empleado de él acomodaba el equipaje en el viejo automóvil, y mientras iban abandonando el andén, don Celedonio respondía a los saludos de las personas con las que se cruzaban.

Esta estación tiene como setenta años… cuando recién llegó el ferrocarril acá, yo me iba a Santiago a estudiar Leyes…
¿Ud siempre ha sido de acá?…
Prácticamente, salvo los diez años que viví en Santiago, y a penas pude, volví…
¿Ud conocía a mi papá don Celedonio?
Todavía quedan postes del viejo telégrafo, ¡a propósito!, acabo de terminar de leer una novela que se publicó el año pasado de un coterráneo nuestro,¿ por qué me imagino que ud se siente traiguenino, al igual que yo?, ¿verdad?, Luis Durand se llama el escritor, y la novela se llama Frontera, le sugiero que la lea, y si ud quiere, le presto el libro, pero con el compromiso que para la próxima vez que venga me lo traiga de vuelta…Esta tierra es muy linda, ¿Qué me preguntó Ud?
No, nada, fue algo sin importancia…
Sabe Ayentemo, cada día me siento mas cansado… ya es hora de empezar a ordenar las cuentas, mire que una de esas, me llaman de allá arriba, antes de tiempo y no quiero dejar nada pendiente…
¿Eso me incluye?…
¿Ud cree?
Si…
Entonces.. si…

Se sentaron a el asiento posterior del auto, el juez se rellenó y acomodó el sombrero, era una situación muy especial, era como una partida de dos avezados jugadores de poker, ninguno quería mostrar sus cartas, aunque el joven algo ya había anunciado… avanzó lentamente el automóvil por las calles del pueblo rumbo a la casa del juez, ambos iban silenciosos, el juez como dormitando y Ayentemo mirando hacia fuera…

Descendieron del automóvil, les esperaban la esposa del Juez y Melania, a quienes Ayentemo saludó muy cariñosamente, mientras el chofer bajaba el equipaje, el cual dejó junto a la mesa de arrimo que estaba en la entrada de un gran pasillo que dominada el interior de casa…

Ayentemo, ¿trajo la caja?, se produjo un silencio momentáneo, y el joven asintió con un movimiento de cabeza,
Bien, entonces los tres días se nos van a ser muy cortos…
y el juez entró a su despacho cerrando la puerta tras si.

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jueves, noviembre 15, 2007

CEFERINA Y DAGOBERTO (3a. parte)

¿Que puedo hacer por Ud sargento Rebolledo?
No se exactamente doctor, no lo tome a mal, me gustaria que tuviera la mejor atención…
De eso no se preocupe…
El problema, doctor, es que el para estos efectos él es indigente…
Como la mayoría de las personas de estos lugares, ¡a propósito!, el Director del Hospital nos pidió que le dijéramos que quiere conversar con Ud.
Gracias, pasaré por su oficina, y por favor, cualquier novedad me puede avisar al Regimiento.
No se preocupe, lo haremos.
Gracias doctor…

Ayentemo pasó por la oficina del Director, pero éste no estaba, salió muy triste del hospital, sabía que los pronósticos eran pesimistas, caminó lentamente hacia el cuartel, siendo interrumpido, de tanto en tanto, por las personas que le conocían y que le saludaban cariñosamente a su paso y le daban ánimo.

Se había granjeado el cariño de muchas personas por su espíritu jovial y por sus servicios a la comunidad, la zona ya estaba en calma, y de los viejos tiempos quedaban historias, que se contaban, por lo general, en los velorios.

……..
……..

Creo que hay cosas que faltan por contarme Juancho
No creo hueñe(1)
Si… hay algo que no me calza sabe…
Ya, suelte el doblao(2) de una vez…
Entre otras cosas, ¿Cómo lo hizo para sacarme too los “papeles” p’al regimiento?, ¿p’a sacar el carne de identidad? y too eso…
Mee, Dios pregunta menos y perdona más…
Pero yo no soy Dios, poh, Juancho
Y yo no tengo paciencia ni memoria…
Ni que estuviera tan viejo para no acordarse…
Mire hijo, aprenda que, a veces, es mejor no acordarse, se vive más feliz… ¿ha tenio algún problema acaso?
No, sólo curiosidad…
En ese caso, siga usandola p’a onde lo ha estao haciendo
¿Y p’a onde cree que lo he estado haciendo?
P’al lao de la Carmelita, por ejemplo…
Si, es verdad, la he estado mirando, taita
Y ella a Ud también…

Ayentemo por primera vez se ruborizó y dejó en evidencia que su corazón ya había sido tocado, y eso lo sacó de su objetivo, conversaron todo ese fin de semana ya que el joven se iba en campaña por varias semanas.

…….
…….

Si no juera porque te vai a casar, nunca me habría puesto esta cuestión; refunfuñaba Juancho, mientras se trataba de soltar un poco el nudo de la corbata.
Pero es que ud sabe bien que es mi único pariente…vivo que tengo.
Por eso estoy haciendo este sacrificio…y si la única parentela soi yo, es porque ud. lo ha querio…
Siempre he tenido aquí, en mi pecho, como una espina cruzaa…nunca he sentio ni curiosidad p’a ese lao,…hay algo que no me hace mirar p’a ese láo, ¿me entiende? y no me interesa saberlo, pero, hablemos de otra cosa, ¡hoy me caso Juancho!, y –mientras le arregla el cuello del vestón ---además se va a entretener mucho, va a conversar con muchas personas
Y ¿con quién? si no conozco a nadie, y además sabis muy bien que no me gusta hablar…

Fue una fiesta hermosa, del Regimiento, invitó a su contingente Marambio, al Sargento Ramírez, que desde que llegó al Cuartel fue como su padrino y tarde ya apareció el Capitán Muñoz.

Ayentemo estaba feliz, cumplía con un sueño muy intimo, el poder formar una familia, después de la ceremonia, entre atender a los invitados, conocer a los familiares de la novia y ayudar en los preparativos de la comida, se había olvidado de sus invitados, fue en busca de su querido Juancho a quien vio conversando muy entretenido con el Capitán Muñoz y el sargento Rodríguez, bajo de un frondoso parrón, mientras que Marambio no habia dejado sola a una prima de la novia, desde la Iglesia;

¿Y a Uds. lo han atendido?¿Quién los presentó, mi sargento?
Si lo hubiésemos esperado a Ud soldado, todavía estaríamos seco…
Cierto;
dijo Juancho mostrando un vaso a medio llenar
¿Y porque no están bailando?
Aquí esta más tranquilo y el vinito esta muy bueno;
dijo el Capitán.
Quiere que les traiga algo más… ¡ah!, y no se me alejen mucho mire que lueguito van a servir la comida…
Déjenos por aquí no mas, soldado, estamos re bien;
retrucó el Sargento.

La fiesta duró hasta el día siguiente, y aunque el vino sobró nadie hizo problemas.

……
…….

La vida de cuartel siguió su rutina, Ayentemo se radicó en Angol y al año aumentó la familia, no dejaba pasar más de un mes y solo o junto a su mujer e hijo visitaba a Juancho.

Viajó en varias oportunidades a Traiguén donde el Juez, en busca de mas antecedentes para su historia, lo que permitió que naciera una especial amistad entre ambos, y en una de las visitas, fue el Juez que le propuso, ir a conocer la tumba del Bandido y…”de pasada le llevamos un ramito de flores, ya que a esa tumba, salvo cuando “le hicieron la broma al rondín”, nadie lo hace”.

Sabe don Celedonio, siento que estoy haciendo algo bueno con esto; mientras acomodaba las flores en la tumba.
A mi me ocurre lo mismo… Vaya a saber porque pasan las cosas…Sólo Dios sabe…
Cierto juez, sólo Dios sabe…
¿Y que ha sabido del capitán Muñoz?
Se fue para Concepción, está en el Regimiento Guías…
Buen hombre…
Si, gracias a él me contrataron…
Si, algo supe por ahí…
Ojalá que algún día lo vuelva a ver…
Sólo Dios sabe…
Cierto, don Celedonio, sólo Dios sabe…

Y así, cada vez que Ayentemo visitaba al Juez, era como un rito, pasear por el pueblo e ir al cementerio a dejar flores a esa tumba, tan especial para los dos…

………..
……….

Los tres jinetes iban orillando el río Vergara en busca de personas aisladas, el invierno se había ensañado con la zona, el nivel del caudal había subido bastante y los caminos estaban, la mayoría, intransitables, la lluvia no cesaba y la jornada había sido intensa.

En un recodo, el caballo del sargento pisó en falso y rodó hacia el río, el sargento no alcanzó a sujetarse y cayó al caudal, su capota no le dejaba maniobrar, Ayentemo se despojó de su capa y fusil, saltando del caballo se lanzó a las aguas, al rescate del sargento, mientras que Marambio azotó su bestia y galopó aguas abajo.

La situación fue muy complicada, sin embargo, los dos jóvenes lograron sacar al sargento del agua, comprobando, con asombro, que en la caída el sargento Ramírez, se había fracturó una pierna.

Gracias soldado, nunca lo olvidaré.
No lo iba dejar que la corriente se lo llevara, así como así, mi sargento…
Tu soi too un hijo de bandido
¿Por qué me lo dice, mi sargento?
Es un decir soldado, por lo “arrajonao”(3) que fue…podríamos habernos ahogado los dos, no pensaste en tu mujer y tu hijo…
Pero no fue asi..

No pudo seguir hablando el Sargento Ramírez ya que por el intenso dolor se desmayó. Ayentemo buscó algunas hierbas y unas ramas con las cuales le hizo una cataplasma y le entablilló la pierna, mientras Marambio improvisó un refugio con palos y hojas de pangue y pasaron ahí la noche.

El regreso al Cuartel fue lento y doloroso, pero más doloroso fue comprobar que el sargento quedó con secuelas y que por esa razón no siguió en servicio activo. Para Ayentemo fue un duro golpe porque fue en ese momento que sintió que al él se le iba parte de si con el retiro del sargento.

……..
…….

Al llegar al cuartel, el Ordenanza le informó al Sargento Rebolledo que debía volver al hospital, porque su pariente había entrado a “enterar”(4) y que el Comandante ya había autorizado el permiso correspondiente para que se tomara el tiempo que fuese necesario para estar con él.

Alcanzó a llegar y estar los últimos instantes con Juancho, quien en todo momento mantuvo su lucidez, le pidió que todo lo que tenía en su casa se lo llevara y que debajo de su cama, enterado había una caja para él.

El funeral de Juancho se hizo en Los Sauces, había pasado tantos años en ese lugar por lo que casi todo el pueblo asistió al entierro, y como es la costumbre, los deudos, en este caso, Ayentemo su mujer y sus tres hijos, en la puerta del cementerio recibieron los saludos y ellos daban los agradecimientos a los asistentes, cuando ya se retiraban los últimos acompañantes vio venir al Juez, al sargento Ramírez y al capitán Muñoz…

¿Y Uds. que hacen aquí? ¿Quién les avisó?...
Es fantasma del Bandido;
dijo el Juez, a modo de broma, quien era franqueado por el sargento y el capitán, ya que por los años caminaba con dificultad….saludaron a la Carmencita y los niños.
Yo estaba de paso por Traiguén y el sargento Ramírez me avisó; dijo el Capitán Muñoz.

Ayentemo los miraba a cada uno muy confundido.

Yo, justamente, andaba haciéndome un control en el hospital, por la cuestión de la pierna y ahí me enteré de la muerte de Juancho…y Ud sabe, poh, Rebolledo, pueblo chico…
A propósito, ¿por qué no van todos la próxima vez que vaya a Traiguén?;
terció el juez, haciéndole un cariño al niño menor.

Ayentemo miró a su mujer…

¿No será mucho problema para ud?; dijo ella, mientras tomaba del brazo a su esposo.
Será un placer, le voy a decir a mi mujer, y si se pide unos días de permiso, aprovechamos para que conozca el fundo.
No faltaremos Don Celedonio…

Los tres hombres se despidieron del joven con un fuerte abrazo, de la señora y los niños de una manera cariñosa y familiar y se dirigieron a un viejo automóvil, que enfiló hacia Traiguén, dejando una estela de polvo, mientras que Ayentemo se dirigió lentamente hacia la casa de Juancho a buscar la caja misteriosa.

Esa noche, en la casa de Juancho, acomodó a su mujer y los niños los que casi de inmediato se quedaron dormido, esa casa donde Ayentemo vivió su niñez y parte de su adolescencia. Ordenó cosas, ropas, cachureos, herramientas, en fin, revisó la pequeña casa de punta a cabo, y ya de madrugada, corrió el camastro de Juancho y busco la caja; Su Herencia.

No tuvo que cavar mucho, y al sacarla comprobó que estaba cerrada con un candado, y en la tapa tallado; “la llave la tiene el juez”.

(1) Hueñe : niño – termino cariñoso para identificar a un joven
(2) Doblao : El tema verdadero de la interrogante, la verdad…
(3) Arrajonao : Valeroso, osado, sin miedo, intrépido
(4) Enterar : estado de agonía, instantes previos a la muerte.

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